Lo del caballo a la ardilla: “Tantas idas y venidas, tantas vueltas y revueltas, quiero amiga que me diga ¿son de alguna utilidad”. La fábula que Iriarte escribió en el siglo XVIII viene a la memoria ante los aspavientos del secretario general de Unió, el partido cristiano socio de los Pujol y Mas que gobiernan la autonomía catalana empujados por los republicanos de la Esquerra.
Filtra Durán Lérida, nacido en la provincia de Huesca, que está malagusto con la deriva secesionista que a cara de perro protagoniza su socio; y le pareció una barbaridad la última estupidez de ese cretino político catalán con nombre de ciudad siria devastada, emitida en Suiza -¿por qué tanto apego a Suiza de los convergentes catalanes?- para explicar la abdicación del Rey. Pero cuando algunos pensaban que Durán rompería la consigna de abstención con la que su grupo acudirá mañana al debate sobre la Sucesión, manda a La Vanguardia, un articulito justificando tal inhibición.
Aduce el jefe de los payeses católicos que no pueden votar sí a una Ley de la que nada supo hasta que la vicepresidenta del Gobierno le informó de la fórmula acordada por los dos grandes partidos. “Cuando se quiera un pacto de Estado se tiene que invitar a participar en la cocina para hacer el plato, y no sólo en el comedor para ingerirlo«, escribe como si tal cosa. ¿Un pacto de Estado con quien se afana en romper tal Estado?… ¿Sorprendente? No; llevan toda la vida restados pero queriendo jugar en la gran liga, como le pasaría al Barça si sus conmilitones consiguieran la secesión.
Está por ver que Don José Antonio, así se llamaba también aquel mártir de Alicante, el actual diputado Josep Antoni, sepa nadar y guardar la ropa. Entre tanto juego de muñeca no resultaría extraño que aquí o allá le cogieran en un renuncio. Parece estar enfrentado a un dilema existencial, ser o no ser. ¿Ser líder de la Unió uncida al carro convergente que arrastran los radicales republicanos, o mantener su presidencia en la comisión parlamentaria de Exteriores, viajes, habitación en el Palace y demás…?
Hamletiano. Su actual estatus sólo podría proporcionárselo la mayoría popular en el caso de que abandonara el grupo parlamentario catalán. Integrarse en el grupo mixto, un tanto humillante. ¿En el Popular?, sería precisa otra inteligencia en el partido del Gobierno para repensar su presencia en Cataluña.
Claro que la situación sería diferente si en su salida le acompañaran los otros cinco diputados de Unió que forman Grupo con los once convergentes. Demasiado riesgo; ellos mejor que nadie saben hasta qué punto deben sus escaños a Convergencia.
En fin, no sabemos cómo saldrá de ésta el abogado Durán Lérida que al terminar, precisamente en Lérida, su carrera se afilió a UDC, y a los veinticinco años ya era jefe de sus Juventudes. A partir de ahí pasó a ser Durán i Lleida. Como tantos otros, político producido por el aparato de un partido; y en este caso, democristiano lo cual tiene usía.