Que una jueza venga desde la Argentina para investigar crímenes franquistas tiene gracia, tanta como la impunidad con la que la presidenta de su país sigue disfrutando de la fortuna que amasó del brazo de su marido.
Néstor gobernador de la provincia de Santa Cruz, Néstor presidente de la República, Néstor organizador del tráfico de influencias con la Casa Rosada desde la oficina en el vecino Puerto Madero. Y Cristina siempre a su lado: CFK diputada por Santa Cruz, CFK senadora por Santa Cruz y Buenos Aires, CFK presidenta.
Pero la Justicia argentina no parece agobiada por exceso de trabajo. Con todo bajo control allá algunos han decidido exportar su pericia sobre ajustes de cuentas históricas. Y así llega a Madrid la jueza María Romilda Servini de Cubría a investigar crímenes del franquismo. La señora jueza, peronista de pedigrí, carga sobre sus espaldas ochenta años y un carácter de armas tomar.
Hace veintidós años, Carlos Menen presidente, María Romilda recurrió a la censura para prohibir al humorista Tato Bores que mentara su nombre en televisión. Y así pasó a ser «la jueza Barú Barú Budía” que cantaron a coro los primeros comentaristas y actores de la tele argentina hasta que otro tribunal levantó la censura meses después. Ya en este siglo, seis años atrás, volvió a mostrar su aprecio por la libertad tratando de impedir que Google diera acceso a cualquier imagen o hecho con ella relacionados.
Esta es la jueza que viene a investigar las denuncias presentadas este año en el consulado argentino en Madrid sobre robos de bebés en el franquismo.
Hoy tiene un amigo que no lo era tanto cuando desde la revista española Cambio 16 explotó el caso Narcogate, o Yomagate. Servini, entonces recién ascendida dentro de la judicatura por Menen, trató de hacer un favor a su presidente traspapelando la petición que desde España había hecho el juez Baltasar Garzón. Reclamaba el español a la justicia argentina el apresamiento y extradición de la cuñada y secretaria presidencial Amira Yoma, epicentro del tráfico de narcodólares que se cernía por la Casa Rosada. Amira fue exculpada, se entrevistó con Garzón, puso un restaurante en Marbella y hoy regenta otro en el barrio bonaerense de Belgrano.
Después, o pese a todo ello, el ex juez daba ayer la bienvenida y ánimos a la jueza Servini. “En mayo del año pasado concurrí en el juzgado federal del que es titular para prestar mi declaración en apoyo a la investigación de los crímenes franquistas impunes en España”. Con un par. Lo dijo en la entrevista digital que le ofreció el diario “El País”.