Encabezar con Valenciano el cartel electoral para las elecciones europeas revela el grado de involución en que se halla enfrascado el partido socialista. ¿La socialdemocracia española no tiene nada mejor que llevar al Parlamento europeo?
La decisión de Rubalcaba, adoptada como acostumbra en términos de regate corto, no es precisamente lo mejor para la marca España. Salvo que la señora Valenciano se limite a tomar posesión de su escaño y se vuelva a Madrid para seguir apacentando la grey socialista. Podría ser, y dejar a los hoy preteridos Jáuregui y López Aguilar como referentes de la representación socialista española. Tienen otro porte, ciertamente.
¿Tan potente resulta la figura de Valenciano como mascarón de proa en unas elecciones en las que el secretario general se lo juega todo? Así debe de pensarlo la dirigencia del partido. Ofrece a sus fieles la más imagen más directa del aparato socialista, y a quienes quiere atraer, la de la la feminista entregada a la defensa del sagrado derecho al aborto.
O no; tal vez crean Rubalcaba y demás que estos comicios los tienen ganados de antemano, en cuyo caso la foto del cartel resultaría indiferente. Joven y mujer, qué más queremos… Y luego la lista cremallera.
Esa es otra. Chico, chica; simpleza que los políticos a la violeta han introducido en el debate como fórmula magistral para igualar oportunidades. Que ello facilite el acceso a los mejores, contribuya a una mejor gobernanza, cuestiones secundarias. Lo fundamental, la estética de la alternancia.
¿No habrá que procurar una igualdad real de oportunidades en la familia, en la escuela, en las pautas sociales, en las artes y demás ámbitos donde se desarrollan la personalidad y conocimientos?
La designación de Valenciano parece responder que no; que lo de menos es el esfuerzo y conocimientos –“la verdad es que me aburría”, se justificó por no haber terminado ninguna carrera-. Su paso por el parlamento europeo hace unos años no fue especialmente brillante. Pasó por comisiones y subcomisiones, de derechos humanos fundamentalmente, durante los días en que acudió a su trabajo, que tampoco fueron excesivos, sólo un 66,4% del total. En uno de ellos denunció la discriminación deportiva que en su propio país sufrían los niños hijos de inmigrantes sin papeles. La respuesta de la Comisión fue tan clara como demoledora: “La igualdad de trato no se aplica a los extranjeros en situación irregular”.
Pues con todo ello podrían ganar los comicios. Los anteriores, junio 2009, las ganó la abstención, 55%. Los populares, oposición entonces, obtuvieron 23 eurodiputados frente a los 21 de los socialistas en el Gobierno. El partido gobernante suele ganarlas cuando la participación es elevada. ¿Conseguirán los de Rajoy llevar a sus votantes hasta las urnas?
En tal caso, el pasaporte de Valenciano para Bruselas cabría interpretarlo como pago generoso por los esfuerzos realizados durante dos años y pico para mantener en pié el tinglado que Zapatero dejó tan imposible como don Juan a doña Ana para don Luis Mejía: «Don Juan, yo la amaba, sí; / mas con lo qwue habéis osado / imposible la habéis dejado / para vos y para mí«. También podría ser.