Los rusos de maniobras militares en el Mediterráneo y el tonto de Guardiola le hace la ola a Mas leyendo en compañía de otros el primer punto del artículo primero del Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos. El ridículo pocas veces alcanzó tal nivel.
El movimiento de los rusos no es una cuestión menor. Más allá de tantas razones históricas que puedan asistirles, y sobre todo de intereses presentes y de futuro, los sucesores del imperio soviético han roto el armisticio que puso fin a la guerra fría. Probablemente el conflicto se encapsulará en la región y el resto de los europeos miraremos hacia otro lado, empujados por los alemanes.
Y en medio de esas estamos cuando estos cheerleaders de Mas se ponen ante una cámara para leer algo tan solemne como que “todos los pueblos tienen derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen así mismo a su desarrollo económico, social y cultural”. ¿Y?
Lo que no leerán en sucesivas apariciones es que tal pacto, incorporado en el año 76 a la Carta de Naciones Unidas, dice en su exposición de motivos:”No puede realizarse el ideal del ser humano libre en el disfrute de las libertades civiles y políticas y liberado del temor y de la miseria a menos que se creen condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos…”.
¿Llegarán Mas, los Pujol, Durán y Guardiola a proclamar que viven víctimas del temor y de la miseria? Realmente chusco.
Mientras, el común de los españoles pone su atención sobre asuntos propios de una sociedad consciente de sus reales derechos y deberes. Es el caso del informe sobre la reforma fiscal que Lagares y el comité de expertos han puesto sobre la mesa del Gobierno. Y unos opinan a favor de la rebaja de los impuestos directos y del incremento de los indirectos, y otros lo contrario, como es previsible por la escasa cultura económica y el mantra izquierdista sobre los impuestos.
Pero eso es lo natural en todo país desarrollado y con las instituciones abiertas a definir los perfiles de su futuro. Los expertos han hecho su trabajo, y ahora es el turno de los políticos. Así funcionan las naciones organizadas democráticamente y que guardan sus leyes porque sus dirigentes las hacen guardar.