A propósito de la designación de Valenciano para encabezar la lista socialista para Europa, dice el órgano del partido que otras formaciones socialistas, caso de la francesa, actuarán de forma similar, poniendo apparatchiks a la cabeza de sus candidaturas. Todo un paso atrás; parece que aquello de abrir el partido a la sociedad no pasó de ser un titular para el periódico del día, ese papel con tinta que luego sólo sirve en tiempo de castañas para hacer un cucurucho con el que calentarse las manos.
Llamar “potente” a una candidatura nacional liderada por quien manda en un partido son ganas de ponerle tafetanes a la magdalena. Aquí y en casa del señor Hollande, que tampoco parece que ande sobre ruedas.
Cierto es que Valenciano ya cumplió dos legislaturas en aquel parlamento, hasta hace seis años, pero lo más recordado de aquella experiencia fueron las explicaciones que hubo de dar sobre sus capacidades académicas. En la web del Parlamento Europeo figuraba como licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, circunstancia que también constaba en su diario amigo. Que aquel cúmulo de saberes lo atesorara a la temprana edad de veinte años parecía un tanto despropositado.
Puesta a esclarecer la realidad tampoco aclaró demasiado. “Empecé Derecho y luego me pasé a Políticas. No terminé, pero solo me faltan dos asignaturas de Estadística. La verdad es que me aburría y ahora me da pereza acabar”, declaró en su diario. Lástima que ni en la Complutense, ni en la UNED, ni en Murcia, la licenciatura de Políticas tenga dos asignaturas de Estadística, qué se le va a hacer. Escaldada, el de Valenciano es uno de los pocos casos en que hoy su ficha como parlamentaria del Congreso no dice ni pío sobre su bagaje académico o experiencias profesionales.
Claro que de éstas pocas ha podido tener si desde los 17 años ha trabajado en/por/para el partido; desde telefonista hasta vicesecretaria general, lo que los rusos, refiriéndose al suyo, al comunista, definieron como apparactchick, un agente del aparato político del partido.
El paso dado por Rubalcaba sólo es plausible compartiendo el principio de que cualquier experiencia vivida en el mundo real -el trabajo por cuenta propia o ajena, la empresa, y demás- pone en peligro las férreas estructuras partidarias. ¿De éstas no dice la Constitución que son instrumento fundamental para la participación política? ¿Participación de quiénes?
Su viaje a Europa da una salida ocupacional bien retribuida a quien en unos meses probablemente tenga que vaciar los cajones de su mesa en la vicesecretaría general del partido. Siempre el partido, über alles, por encima de todo. Y del partido, el número uno en la Carrera de san Jerónimo, y la dos, a Bruselas, dijo ayer la que a Bruselas se va.
Lástima haber echado en saco roto aquello que dejó dicho von Bismarck, el fundador del moderno estado alemán: “El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la siguiente generación”.