Mientras haya jueces y magistrados bendiciendo la violación de domicilios privados como el de la vicepresidenta del Gobierno español, encarcelando a presuntos, filtrando informes antes de leerlos, emitiendo órdenes de búsqueda y captura contra todo un gobierno chino, comenzando por su presidente, y demás lindezas que vienen protagonizando algunas señorías con puñetas, lo nuestro no irá bien.
De entre ellos sostienen algunos que para cumplir sus funciones han que contaminarse con la sociedad; fuera vendas de los ojos, pues. Aquellos símbolos de la Justicia, balanza y ojos velados, pasaron a la Historia. Pero al mismo tiempo estupideces como las que, con demasiada frecuencia nos trasladan los periódicos, hacen pensar en la ceguera de estos señores.
Llevar lo de la jurisdicción internacional a los extremos que tanto gustan a Garzón es el colmo de la insensatez. La reforma inminente de la Ley Orgánica del Poder Judicial brindará buena ocasión para comprobar quién es quién en cuanto a la responsabilidad exigible a los políticos de aquí.
Seguramente no marraríamos en exceso aventurando quiénes se opondrán a limitar la intromisión de nuestros jueces a los casos en que haya españoles de por medio, en cualquier sentido. Cuando se restablezca la cordura, alterada hace ocho años por un gobierno Zapatero, naturalmente, no haremos el ridículo metiendo en camisas de once varas a uno de nuestros poderes estatales.
Entre tanto, el hecho de que un juez haya resuelto en tan sólo un párrafo lo de la captura de los gerifaltes chinos, a la que ya venía dando largas, hace pensar en el papel nace mojado; mucha motivación no cabe expresar en un corto párrafo, y tampoco razonamiento.
De la desmoralización ciudadana que producen asuntos como estos va a resultar difícil salir. Galvanizar una sociedad, reactivarla, requiere de alicientes que no tenemos a la vista. Demasiados hemos superado ya a lo largo de nuestra historia; ya descubrimos América, conseguimos vivir libres en democracia y acabaremos saldremos de la crisis pese a que alguno se empeñe en lo contrario; ¿entonces?
Nos queda el fútbol. Como a Bergman y Bogart, Ilsa y Rick en Casablanca les quedaba París, a los españolitos nos queda nuestra Selección Nacional. Si en Suráfrica lo consiguieron, por qué no Brasil.