Asegura Homs en una larga y meditada entrevista publicada el fin de semana que los de Rajoy “están perdiendo apoyos electorales como cualquier Gobierno que recorta, e intentan compensarlo con una política agresiva contra Cataluña. Esto es triste porque fomenta la catalanofobia”.
Como cualquier gobierno que recorta dice; no dice algunos gobiernos que recortan no; habla de todos, como cualquier gobierno que recorta, ¿como el de la Generalitat, acaso? ¿Es ese el móvil de su gobierno en el asalto a la legalidad nacional, del “España nos roba”, y demás chorradas, como la publicación del último memorial de agravios?
Un poco de seriedad. Este señor Homs, no confundir como ocurre en las imágenes de Google con el de la Ley de Ohm – “la intensidad de corriente que circula por un circuito es directamente proporcional a la tensión aplicada e inversamente proporcional a la resistencia del mismo”- no sabe de más leyes que la del embudo. Así sucede, siempre ha sucedido, con los mesías del totalitarismo y pensamiento único para quienes los ciudadanos, las personas, acaban siendo mero attrezzo del escenario sobre el que proyectan sus sueños.
Lo de los memoriales de agravios que de vez en cuando allí se elaboran ya no es lo que era. En el fondo sí, la pela, o el euro, pero la forma, ¡ay las formas! El anterior memorial de greuges, 1885, comenzaba diciendo “No tenemos, Señor, la pretensión de debilitar, ni mucho menos atacar la gloriosa unidad de la patria española; antes al contrario, deseamos fortificarla y consolidarla”. Esta pieza, origen del nacionalismo político catalán, no reclama singularidad alguna; pide dar “vida espontánea y libre a las diversas provincias de España para que de todas partes de la península salga la gloria y la grandeza de la nación española”.
Y eso sí, después de pedir respeto para la lengua y derecho catalanes, recuerda al Rey Alfonso XII que “a fuerza de trabajo y privaciones sin cuento, nuestros industriales han creado una industria española que en cuarenta años ha progresado y alcanzado altísimo nivel”, para concluir pidiendo aranceles frente a las importaciones de Francia e Inglaterra.
Extraño suena hoy aquel lenguaje de la Memoria en defensa de los intereses morales y materiales de Cataluña, que es como realmente se llamaba el popularmente conocido como memorial de agravios o de greuges. Fue obra de una comisión plural, gentes de ideologías diversas, intelectuales, industriales y comerciantes; algo parecido a eso que hoy llamamos la sociedad civil.
Pero hoy, la clase política nacionalista lo que dice es que España debe a Cataluña 9.375 millones. Eso fue lo que presentó el ariete nacionalista de su gobierno, Francesc Homs, para quien el documento de la deslealtad española “para con un país entero”, como él dice, es un mero guión para abrir negociaciones. Personaje de poca ley, en suma, al que los parados le importan un bledo, o los acreedores de sus instituciones, o los catalanes que no le bailan el agua. Por no respetar, ni la memoria de sus antepasados.