Tiene razón Rodríguez Ibarra, uno de los clásicos del socialismo político hispano; toda la razón cuando concluye un post en El Confidencial sugiriendo a su partido que elijan pronto en un Congreso a un Secretario General que respete el pasado y prevea el futuro. El contexto sugiere que no está mirando precisamente a la penosa situación del actual, Rubalcaba, sino al trabajo que tienen los suyos por delante ante la cuestión catalana. Y la ocasión se la ha brindado una reciente entrevista concedida al diario0 amigo por su compañero vasco Ramón Jáuregui.
Desde hace tiempo Jáuregui pasa por hombre sensato y de criterio, impresión que mucho debe al carácter habitualmente templado de su forma de manifestarse. Su fondo ya es harina de otro cereal. He aquí una muestra de hasta dónde puede llegar la sensatez de un hombre sensato. Preguntado por si los socialistas apoyarían un régimen especial de financiación para los catalanes -¿por qué decir para Cataluña?- responde: “No, en principio, no. Pero probablemente la financiación sería una de las partes de la negociación de la singularidad”. Excesiva claridad la del hombre de criterio; no pero probablemente sí.
Y cuándo el redactor de El País abunda queriendo saber si los de Mas o Junqueras tendrían más competencias, dice: “La descripción de competencias tendría que hacerse con arreglo al modelo del Estatuto de 2006 que en parte no fue ratificado por el Constitucional. ¿Qué hicimos mal entonces? Quizás pretender una reforma estatutaria que reformaba en parte la Constitución. El Tribunal Constitucional dijo no. Lo que planteamos es que se incluya esa singularidad ahora”. Con un par.
Dicho por derecho, el socialista vasco sostiene que el punto de referencia no es la Constitución sino el Estatut, y concretamente lo que fue suprimido por el Tribunal Constitucional, naturalmente por ser anticonstitucional. El Estatut “reformaba en parte la Constitución” y ahora lo que plantean Jáuregui y no se sabe cuántos de los suyos es reformar la constitución para que calce aquello que fue suprimido del Estatut.
¿En qué y en dónde están los socialistas, el PSOE de Iglesias, Prieto, Araquistaín, Largo y Besteiro, de Redondo y González…, de Leguina y Rodríguez Ibarra en fin?
Jáuregui corona su tesis con el pensamiento siguiente: “yo creo que no hay que limitar la capacidad de la Generalitat para dictar su política lingüística y educativa”. Y lo hace en defensa de esa tercera vía que creen haber encontrado. La ignorancia, como el sueño de la razón, produce monstruos; surrealismo goyesco.