¿Será cierto que los gubernamentales se aprestan a dar la batalla de la información en el trance abierto por los separatistas? Parece que esa fue la línea marcada ayer por Rajoy. No es mala oferta para los habitantes de Cataluña darles el derecho a saber. Derecho a saber la realidad de las cosas, de las cuentas y de la Historia, elementos todos ellos falseados hasta el ridículo por pequeños profetas del pasado.
Sobre la realidad de las cosas ya comenzaron a ponerles al día las instituciones europeas: la tierra prometida por Mas y Junqueras no existe; sería un mero agujero negro en la Unión Europea. Y como lo han dicho desde fuera de la península parece que les ha hecho cierta mella. Que sea o no suficiente para que entren en razón es otro cantar. Llevan demasiada inercia como para detener ese carromato de los milagros cargado de falsos elixires.
De la realidad de las cuentas queda mucho por hablar, porque son muchos quienes se sentirán agraviados por la discriminación positiva que ha ¿sufrido? la Generalitat desde su nacimiento, o en el último lustro, sin ir más lejos. Ayer Rajoy atajó la jeremiaca queja de que los presupuestos del próximo año destinan a aquellas tierras menos que los del anterior.
Y la realidad de las cuentas es que las del pasado año incluían grandes inversiones, AVE y nuevo aeropuerto, que ya están cumplidas. Tan sencillo como eso; y como que en otras regiones, que recortaron lo que no hizo la catalana, no tienen AVE ni virguerías como el Prat. Y no mentó los anticipos a cuenta del ejercicio próximo para no herir más la susceptibilidad que otras regiones mantienen a flor de piel con esfuerzos para evitar saltar por los aires.
Lo de la realidad de la Historia será más duro de iluminar. Llevan los de Pujol demasiados años con sus correspondientes textos escolares narrando historietas tan sugestivas como insostenibles. Nada más ilustrador que el veto de una institución pública, el Museo de Historia de Barcelona, al rodaje en la Plaza del Rey y el Tinell de la serie televisiva Isabel. Son los escenarios naturales en que se desarrollaron ciertos hechos hace cinco siglos. También cinco son los millones de españoles que siguieron la primera temporada; la segunda está batiendo la marca y eso deben considerarlo peligroso para sus intereses. Obviamente, Isabel es la reina de Castilla que con el rey Fernando de Aragón vertebraron eso llamado España.
¿Tanto miedo puede llegar a producir la realidad? Cuando lleguen a tomar conciencia de que los titulares de los derechos no son las comarcas, ni las patrias chicas, ni siquiera las grandes nacionalidades sino las personas, sus habitantes, tal vez consigan al fin prohibir el derecho a saber.