No termina de entenderse la manía que Rubalcaba y sus edecanes han tomado con lo del federalismo. Como si las palabras encerraran poderes extrasensoriales capaces de revertir el problema Mas. No es de recibo que el otro partido nacional trate de camuflarse en el maremágnum montado por los nacionalistas, separatistas, comunistas y republicanos catalanes –democristianos también- cuando lo suyo debería ser vivir la realidad tal cual es.
Y la realidad es que el federalismo tiene tanto que ver con la sociedad española como las guerras púnicas. Y cuando digo con la sociedad, me refiero al pueblo español, no al Estado, cuyo sistema es igualmente ajeno a la ocurrencia. Creer que resuelve algo abrir en canal la Constitución para convertir en federal el Estado de las Autonomías va mucho más allá de la fe del carbonero.
El profesor Jiménez de Parga, en artículo publicado hoy, concluye: “el federalismo no es un régimen más descentralizado que el del sistema español de las autonomías. De ahí el engaño que sufren los que, para alcanzar el pleno autogobierno, proponen como solución el Estado federal”.
Obvio, por eso los independentistas no hablan de federalismo. Lo suyo es la autodeterminación. Y tratar de hallar un punto intermedio es propio de almas de cántaro.
Está explicado hasta la saciedad que las reglas que se dio este país están basadas en su soberanía, de la que es titular el pueblo español. No hay teórico capaz de defender que ese concepto de soberanía nacional, autoridad suprema del poder público según la RAE, sea la suma de soberanías parciales que deciden unirse en una…, hasta que decidan separarse.
Y sobre todo, el caso español, su pluralidad y diversidad sociocultural, no es nada extraordinario. Más del noventa por ciento de los Estados presentes en Naciones Unidas son tan plurales como el nuestro. Por eso en las democracias consolidadas no se juega a la libre determinación, al derecho de algunos a decidir romper el Estado de todos, a una especie de tribalismo posmoderno. De hacerlo ¿dónde detener ese derecho a la escisión después de la primera secesión?
Porque sin duda habrá comarcas tan singulares dentro de cualquier región, en la Cataluña misma, que podrían reclamar su derecho a, por ejemplo, celebrar corridas de toros en sus fiestas patronales. ¿O no?
Entonces, si lo del federalismo no les va a los que piden la autodeterminación, ¿quo vadis PSOE?