Después de mí, el diluvio. Y Berlusconi dinamitó el gobierno italiano como quien se fuma un puro. En plena crisis, la respuesta del dinero ha sido automática: la prima de riesgo italiana escaló hasta los 300 puntos. Con un nivel de deuda pública, 130% de su PIB, sólo superado por la intervenida Grecia, y con múltiples reformas por hacer, la financiación de la República Italiana sería, de momento, un tercio más cara. Berlusconi, hasta hace poco y durante demasiado tiempo, responsable de aquel gobierno, ha dado muestra una vez más de cuán bajo puede caer la dignidad humana.
Como uncidos que estamos al carro de la misma moneda, el diferencial del bono español respecto del alemán acusó el golpe, subiendo hasta los 260 puntos básicos; gracias al rijoso italiano, y por si no tuviéramos bastante con la idiocia de Mas.
El catalán, paradigma de lo peor del español y empeñado en gastar lo que no tiene, no para de viajar a Bruselas en busca de algún representante que apoye su pretendida descolonización, objetivo para el se acuñó la expresión de marras del derecho a decidir. Y hoy, como si no tuviera asuntos sobre la mesa de su despacho, presupuestos pendientes, por ejemplo, emprendió su séptimo viaje a Bruselas.
Que el presidente de la Comisión, el lusitano Barroso, no haya encontrado hueco en su agenda desde hace dos semanas, no le cortó un pelo, y a Bruselas se fue para contarle a un par de vicepresidentes que ojo con Cataluña, que es “contribuyente neto” a la UE, y no como España. Con un par. ¿Habrá mandado a Bruselas los 28000 millones que la Hacienda Pública –y aquí no hay más que una- le va adelantando para evitar su quiebra?
Si España no tuviera que soportar el peso del solipsismo catalán que Mas encarna tan brillantemente, hoy estaríamos todos, desde los gerundenses hasta los onubenses pasando por los madrileños del centro peninsular, bastante mejor considerados por ahí fuera, cosa a la que no contribuye Rubalcaba, el tercer hombre de este apunte.
Ahora que las cosas del comer parece que comienzan a tener mejores perspectivas, el socialista carga contra unos presupuestos que no ha estudiado con la simplificación propia de un pecero en la facu, años 70: favorecen a la empresa privada. ¿A quién si no, al INI del marqués de Suances?, por Dios… En fin, esa es de las críticas que se le perdonan a la oposición en tiempos de normalidad, pero que desde la cúspide del PSOE siga bailando el agua a sus conmilitones catalanes, tiene delito.
La pareja de vicejefas que le acompaña quizá haya alumbrado el cambio de estrategia: si en lo económico las cosas van mejor y lo del chorizo de Bárcenas no parece que dé mucho más juego, pongámosle a Rajoy más difícil lo de la secesión catalana. Capaces son, incluso de no ver que por ahí difícilmente castigarán a Rajoy. Es más, con ello le están poniendo en bandeja un escenario de batalla del que sólo puede salir ganando y quizá recuperar los apoyos perdidos. Porque en caso contrario, de perder el envite separatista, de la debacle nadie saldría ileso. Aquí no hay ningún arca de Noé para salvarse del diluvio.