Un 90% del Congreso ha aprobado la introducción del principio de equilibrio presupuestario en la Constitución pero los nacionalistas catalanes dicen sentirse expulsados del consenso constituyente porque el nuevo artículo atenta contra Cataluña.
Más que entrar en los términos del debate, hasta cuándo mantener abierto el proceso cerrado en 1978 o analizar el por qué de la terca negativa nacionalista a avanzar por una vía común, quizá sea de utilidad recordar que el actual portavoz de la minoría catalana, señor Duran i Lleida ocupa el escaño que en tiempos trabajó el señor Roca i Junyent, nacionalista también y ponente constitucional. Es decir, uno de los armadores de aquel consenso que hizo posible la paz… y las autonomías también.
La Constitución la hicieron hace ya unas cuantas décadas hombres de todas las ideologías, desde el comunismo al conservadurismo pasando por el centrismo y nacionalismos de diverso grado. Trataron de converger sobre un denominador común que garantizara la adhesión de la gran mayoría, y todos lo hicieron con lealtad. Lealtad mutua, a sus principios y a las reglas del juego democrático.
Josep Antoni Duran no ha seguido la senda de Miquel Roca, cosa que será de lamentar, especialmente por ellos mismos. La coalición que hoy lideran los señores Mas y Duran se ha permitido hablar en nombre de toda Cataluña cuando sus diputados no alcanzan a ser la mitad de los que juntan en Cataluña socialistas y populares.
Ese tomar el todo por la parte sólo conduce a la nostalgia, al anhelo de un pasado que nunca existió. Como tropo literario, la sinécdoque enriquece la imaginación pero los políticos son elegidos para resolver, para gobernar; no para soñar, ni hacer poesía.
¿Cataluña marginada?