Ese sí que es un escándalo. Ríase usted del bolso de la isleña Munar, de los cuarenta y ocho millones de Bárcenas, de los tropecientos millones de la Junta andaluza, etc. Para escándalo el que protagonizan los nacionalistas catalanes, los de Pujol, Mas y Durán, con la necesaria cooperación de los rojos republicanos de Junqueras que, como los de Valderas en Andalucía, sostienen dos gobiernos regionales que apestan.
De los EREs de Griñán, Chaves y cía. que nadie habla porque lo del chorizo popular cunde mucho, ya se ocupa la Justicia. Pero ¿alguien pone orden en el despelote catalán? Más de veinte mil millones llevan pedidos o exigidos al resto de los españoles, como si el ajuste a la realidad no fuera cosa de ellos. Y para más inri, los golfos ya anuncian que pedirán dos mil millones más para pagar facturas que aún guardan en los cajones. ¿Será por cajones?
No tiene pase. Y no tanto porque ellos no lo agradezcan, hablen de balanzas fiscales y pidan la luna, sino porque el Estado atienda sus demandas como cosa debida.
Y es que, incluso en cuanto a chantajes, lo del chorizo onubense se queda corto. Ahí tenemos la bandera caribeña que llaman estelada en escuelas y tenderetes oficiales de la Generalitat. Y cuando digo caribeña no hago sino calificarla con precisión. Porque no se trata de una reliquia medieval, ni renacentista, ni siquiera de cuando la guerra de Sucesión de la que tantos pretextos cuelgan los nacionalistas. Qué va! La dibujó un tal Ballester en Cuba, principios del pasado siglo, durante su estancia en la isla que acababa de implantar la bandera de su independencia, creada en Nueva York unos años atrás por Narciso López con la esperanza de formar un día parte de los Estados Unidos de Norteamérica.
A Albert Ballester se le ocurrió la original idea de superponer la estrella cubana de cinco puntas sobre las cuatro barras de la corona de Aragón. De vuelta aquí escribía con seudónimos tan expresivos como aquel de VICIME, Viva la Independencia de Cataluña y Muera España. Así nació la leyenda de la estelada, a la que por no faltarle de nada incluso pronto le salió una hermana roja, sin el fondo azul sobre el que reposa la estrella cubana.
Esa es la historia de la honorable enseña con que los pujolets del momento, Más, Durán y compañía saludan la llegada de los miles de millones de euros con que el resto de los españoles subvenimos a sus gastos. Extraño y extemporáneo plan Marshall éste, tan oneroso como mal agradecido.