Después de tanto marear la perdiz, el señor Blanco López marcando el territorio a la media hora del cierre de los colegios electorales sin dato alguno, obviamente, diciendo que las urnas tenían buena pinta; o el señor Pérez Rubalcaba ordenando los partidos no por el número de votos cosechados, ni de alcaldes más votados sino por el de concejales electos, único epígrafe en que los socialistas sacaron una ínfima ventaja, salió veinticuatro horas después el mismísimo señor Rodríguez Zapatero y proclamó que lo bueno de la democracia es que él está tan satisfecho como el PP .
¿De qué puede sentirse satisfecho el señor presidente; qué es lo que habrá colmado sus ambiciones? A tenor de los resultados, y dando por supuesta su sinceridad, pocas dudas pueden caber acerca de cuáles eran/son las ambiciones presidenciales.
Una de ellas radica en seguir erosionando el poder de los dos partidos nacionalistas burgueses, el vasco y la convergencia catalán, y los números están ratificando el acierto de su estrategia, por el momento y a costa de cuestiones bastantes más serias que su propia permanencia en el poder. Alimentar el radicalismo, como hizo en Cataluña y hace en las Vascongadas le ha rendido frutos en las urnas de ambas regiones, aunque no resulte tan claro hasta dónde pueda llegar ni cuál acabe siendo su impacto en el resto del país. De momento en la inmediata Cantabria, como en Madrid, los socialistas han pagado un alto precio por las aventuras del aprendiz de brujo que les gobierna.
Para conseguir limitar el poder del PNV ha dado alas y viento a la sucursal etarra; la ANV se ha calzado 25 alcaldías y puede hacerse hasta con 15 más. “La izquierda abertzale es hoy más fuerte que hace cuatro años” proclamó Barrena, sentencia que pone en su sitio la bondad de la política del señor presidente, y ante la cual el fiscal general del Estado continuará obviamente haciendo oídos sordos a tan claras muestras de identificación de la pantalla autorizada con la banda terrorista y sus portavoces.
Pero antes de ser juzgado por los resultados de tamaña proeza habrá de rendir cuentas de lo que haga en Navarra, donde su habilidad para meterse en líos de los que no pueda salir ha relegado a los socialistas a una ridícula tercera posición, como en Cantabria por cierto. Navarra va a ser la prueba del algodón para conocer la limpieza de ánimo del señor presidente. Cualquier cosa es posible porque el personaje capaz es de tomar una salida distinta a la que el común de los socialistas le está aconsejando: deja que gobiernen los de siempre hasta las elecciones generales. Luego, ya veremos.