La capacidad de dialogo no parece ser moneda de uso entre los actuales políticos. Es sorprendente que los de Rubalcaba, por ejemplo, no encuentren mejor medio que acudir al Tribunal Constitucional para tratar de la suspensión que le han aplicado a una diputada de la Asamblea de Madrid. La foto está servida: no hay forma de tratar de nada con los populares.
¿A qué viene entonces tanto trasteo por alto con lo del pacto de Estado para salir de la crisis? Si entre socialistas y populares no atinan a desbrozar un asunto meramente reglamentario malamente podrán concertar algo sustancial sobre las reformas pendientes, el próximo modelo de crecimiento y demás fruslerías en las que el país se juega su futuro.
Las circunstancias no están para torearlas con el salto de la rana cordobesa. Su lidia requiere mucho más del toreo sabio y largo de Pepe Luis Vázquez, el maestro del cartucho de pescao que ayer puso de luto a la escuela sevillana. Claro que para ello hay que saber con lo que uno se enfrenta; de toros, el torero; el político, de la realidad. Y no parece que hoy día eso esté al alcance de cualquiera.
Ir a llorarle al Constitucional, como si no tuviera bastante con atender los desvaríos de quienes se ciscan en la Constitución, es como comenzar la faena estoque en mano. ¿Dónde quedó el diálogo, el roce, la polémica; qué fue de la liturgia que transforma las peleas en política, y en argumentos el griterío?
No pierdan el tiempo pensando en la imagen, ni discutan de fotogenia en la hora de elegir al candidato. Tampoco se escuden los otros en la irreversibilidad de sus medidas. Comiencen todos por discernir dónde quieren alojarse y para qué. Calculen sus capacidades y las resistencias que enfrentarán. Estudien, trabajen; claro que supone esfuerzo, ¿quién les dijo que sacar adelante un país es cosa fácil?, pero es la única forma de que los ciudadanos sepan a qué atenerse. Y ya saben que a quien el pueblo se la dé…