Hay cuestiones que no resisten la ironía. Son demasiado graves. Por ejemplo, romper la separación entre los poderes en que se organizan los Estados democráticos. El por qué de vez en cuando los gobiernos socialistas en España atropellan el legado y memoria de Montesquieu sólo se explica desde una concepción leninista del poder. ¿Sabrá Z lo que eso significa?
El caso es que al uso alternativo del derecho con que actúan Gobierno y Fiscalía en todos los frentes posibles, se añade ahora el asalto a los órganos jurisdiccionales. Lo del Tribunal Constitucional se parece bastante a lo que en medios académicos, no políticos, se denomina Golpe de Estado.
Y no es cuestión de defender aquí esa especie de numantinismo con que el partido de la oposición mantiene cerrada la posibilidad de renovar a los magistrados que cumplen su período reglamentario. No. Como tampoco lo es el exculpar la insólita intromisión del Ejecutivo en el tribunal que juzga si las leyes se ajustan a la Constitución. Ni el descrédito en que se sumerge a esa institución al describirla como un mini parlamento de progresistas y conservadores. Por encima de la realidad, este tipo de imputaciones son de las que terminan auto demostrándose.
Y ahora, a por la judicatura en pleno.
Otro leit motiv de los socialistas que acaban mandando consiste en cambiar la composición de los cuadros docentes, académicos, funcionariales, etc. que vertebran esta sociedad. Con el pretexto de abrir las puertas de par en par a los hasta ahora marginados por las inercias generadas durante décadas de conservadurismo, se atropellan elementales normas y criterios de selección. Hace años fueron cátedras y departamentos universitarios quienes sufrieron la avalancha de los “pnn” y, evidentemente, la Universidad cambió sustancialmente. Ahora se trata de la magistratura.
Como si hubiera un serio problema en su seno, Z a través de su vocero para los asuntos de la Justicia anuncia el término final de las oposiciones para el acceso a la carrera judicial. ¡Qué moderno! Lo de la sociedad blanda, líquida, evanescente de Z. (de Zygmunt) Bauman resulta un concepto pétreo frente a lo que estos señores tienen en mente.