Esto no tiene remedio… al menos a la vista. Ayer hubo un espectáculo circense de altura en el parlamento andaluz. El número extraordinario corrió a cargo del portavoz de los socialistas andaluces, Mario Jesús Jiménez Díaz. Espectacular. Dejó chico al heredero de Chávez el bolivariano, el difunto que conecta con su sucesor en las capillas, en la calle, donde la campaña electoral lo exija. Grande ese Maduro, capaz de advertir a Obama que cuidadito con tocar a su contrincante Capriles, y de confesar en mitin electoral que este fin de semana se le apareció el fundador en forma de pajarito y hablaron; a silbidos. Tal cual. ¿No es maravilloso?
Pues no menos lo fue la sesión de encantamiento, rabioso pero mágico a la par, con que se adornó el tal Jiménez profetizando durante media hora lo que el portavoz popular iba a decir a continuación. El socialista se manifestó como el mejor sosías de aquellos populistas suramericanos que han reverdecido regados por los petrodólares venezolanos.
No dio casi ninguna. El opositor, el alcalde popular de Sevilla Zoido, tiró de archivo hasta dejar al presidente Griñán al pié de los caballos: que conocía el fondo de reptiles, como también conoció y reconoció el que tenía en el ministerio de Trabajo en los años 90, siendo ministro de con González; que lo mantuvo como consejero de hacienda y lo cebó ya de presidente, y así hasta diez imputaciones para poner a la cámara, y sobre manera al grupo comunista con que gobierna en coalición, ante la responsabilidad de hacerse cómplice de la trama mafiosa –criminal la adjetiva la Guardia Civil- de los ERE’s amañados.
El presidente trató de escabullirse con la contundencia del “y vosotros más”, y proclamar solemne, tronante, que nunca se enteró del fraude de los mil y pico millones de euros. Cuando hablaba no puede menos de recordar una no demasiado vieja historia que tuve ocasión de conocer de primera mano en Colombia.
En las elecciones de 1994, Gaviria presidente saliente, contendían en la segunda vuelta Ernesto Samper y Andrés Pastrana. Triunfa el primero y al cabo de pocos meses se publican los primeros datos sobre la colaboración de un cártel de narcos en la campaña de Samper. En los tribunales comenzó el llamado Proceso 8000. El tesorero de aquella campaña presidencial confirmó los rumores en septiembre del 95. Un año después lo hizo el mismo ministro de Defensa, hijo por cierto del pintor Fernando Botero. Entró en prisión. Y a continuación, el parlamento tomó cartas en el asunto abriendo una investigación formal contra Samper. Samper alegó que no sabía nada, su partido lo arropó en bloque, y allí no pasó nada. ¿Les suena?
Lo singular del caso fue que ante la afirmación del presidente,”Si entró dinero del narcotráfico a mi campaña presidencial fue a mis espaldas”, el arzobispo de Bogotá, monseñor Rubiano en aquel entonces, comentó: “Si a uno se le mete un elefante a la casa, pues tiene que verlo”. Y el elefante quedó para la historia como símbolo de la intromisión del narco. Por esa razón tuvimos que dar un giro espectacular a la campaña publicitaria que entonces diría en aquellas tierras, y así fue como el elefante, su elemento básico ya empleado en España y media Suramérica, se convirtió en hipopótamo rojo.
¿Será posible que Chaves, el de aquí, y Griñán no oyeran el correr por las cañerías de sus servicios los mil millones de euros que acabaron donde no debían?