Con permiso de la CNN que se propone contar al mundo la tragedia de los españoles asfixiados por los recortes, desahucios y demás desgracias, amén de las manifestaciones de personal sanitario o el de la Justicia, ésta tiene tela, no todo los síntomas de la situación son malos.
Los hay buenos, y antes de lo esperado, en el mundo de la economía. Vuelven las inversiones. Cierto es que lucimos un tremendo cartel anunciando saldos, pero no lo es menos que el euro está caro para el resto del mundo; una cosa vaya por otra, pero el caso es que el dinero de fuera busca acomodo aquí en sectores diversos, desde la automoción al turístico.
Y qué decir del gesto de CaixaBank patrocinando la selección nacional de baloncesto. El banco catalán por antonomasia lucirá su isotipo mironiano en las camisetas y parafernalia habitual de uno de los equipos que mejor identifica la imagen de España.
El presidente del banco no es gallego, ni cántabro, ni de Valladolid; nacido en Manresa, Isidoro Fainé es tan catalán como los Pujol, Mas y demás alborotadores del sistema, pero con seny para dar y tomar. Puso al combinado nacional como ejemplo a seguir, “un grupo de personas que se fijan un objetivo común, tienen complicidad y están implicados. Además hay talento y han aparcado la vanidad, en eso consiste el trabajo de equipo…Si unimos nuestras fuerzas muchas personas, todos saldremos beneficiados”.
¿Hay algo más natural que eso de la unión y la fuerza? Así es como se hace país, apréndalo los aprendices de brujo.
Y algo parecido cabría adjudicar a García-Page, secretario general del PSOE en Castilla-La Mancha, cuando comentó la ocurrencia insólita de su conmilitón catalán Navarro que pedía la dimisión del Rey. Le puso en su sitio el toledano recordándole que en democracia «es importante decir lo que se piensa, pero más importante es pensar lo que se dice». Este país sería otro si se hubieran aplicado el cuento cuantos hoy han salido a la palestra en la segunda parte del debate con el Presidente. Y también algunos otros, ayer.
Emiliano García-Page, que viene aflorando como lo más aseado con que cuenta el relevo socialista, añadió con Baltasar Gracián en la mano que es imprudente no acometer los problemas que se presentan, pero mucho más salir a buscarlos.
Como secretario general de todos ellos, Rubalcaba podría haber agregado aquel otro consejo de don Baltasar: “Hemos de proceder de tal manera que no nos sonrojemos ante nosotros mismos”. Aunque en su caso, quizá ayer no fuera el mejor día para hacerlo.