De Cataluña al País Vasco

Urkullu y Mas, un abismo

Entre Cataluña y el País Vasco media demasiada distancia. Es lástima que los responsables catalanes no echen una mirada hacia la otra comunidad tratada de histórica por ver cómo atemperan ensoñaciones con realidades.

Curiosamente ambas, demasiado tiempo gobernadas por sus nacionalistas respectivos, pasaron recientemente por gobiernos de otro color. Unos y otros presididos por socialistas, aunque con alguna diferencia no pequeña. Mientras que López gobernó con el apoyo de los populares, Maragall y Montilla se lo debieron a republicanos y comunistas, una vez juramentados para no dar ni aire a los populares. Y así pasaron siete años.

Algo raro se respira en una sociedad cuyos políticos llegan a extremos tales como aquel insólito pacto del Tinell, o a la desvergonzada actitud del actual gobierno de Mas que clama por la independencia pidiendo al resto del país que le pague su fiesta. Dame pan y dime tonto.

Cada vez parece más claro que ese juego macabro en que han metido a la sociedad catalana es un señuelo con el que desviar la atención del pozo de basura sobre el que viven. Y con señuelos no se construye nada serio, salvo que tengan forma de capote o muleta en manos de un maestro como Ponce; entonces sí, una monumental faena taurina.

Frente a la insoportable chulería del catalán, el lehendakari parece honrar el puesto que ocupa. No tiene tratamiento de Honorable, simplemente Excelencia, pero sus primeros pasos han ido en la dirección opuesta a la de su homólogo mediterráneo. Porque empastar una sociedad rota durante muchos años por la sin razón terrorista es exactamente lo contrario de dedicar el poder a sembrar la discordia civil.

¿Por qué no volver a aquello de “elevar a la categoría política de normal lo que a nivel de calle es simplemente normal”? Y en Cataluña, como en el País Vasco, la calle es más un ancho patio de vecindad que el escenario de confrontación entre ocupantes y oprimidos que el delirio independentista dice sentir.

¿Se darán cuenta los supporters del nacionalismo conservador catalán que no hay nada más opuesto a sus ideas que hablar del derecho de los pueblos en lugar de los derechos de las personas, por ejemplo? Los vascos parecen tenerlo claro; nacionalistas como los que más pero empeñados en integrar, incluso por encima de los sentimientos de unos y otros. ¿Ganarán la partida o acabarán siendo hombres de paja de los Bildus y demás amigos de la Esquerra Republicana catalana?

En todo caso tienen los vascos la dignidad del trabajo y el buen sentido de no gastar lo que no tienen.

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Posted jueves, enero 31st, 2013 under Política.

2 comments

  1. Josep Maria says:

    Catalunya ya nunca mas mirará mas que hacia si misma.
    Le traduzco un articulito del filólogo, profesor y literato Antoni Dalmases en el «Presència» de hoy:

    «He leido VICTUS, la novela -para mi gusto irregular y excesiva, pero a ratos apasionante- de Albert Sánchez-Pinyol, y aún conservo el sabor a pólvora, sangre y rabia en la garganta.
    Y me doy cuenta de que, con menos sangre, pero con mas hipocresía, ahora, próximos a cumplir 300 años de aquella ignominia, estamos siendo víctimas de un nuevo asedio español que ataca por todos los flancos al país, con la intención, como entonces, no solo de vencerlo, sinó de aniquilarlo.
    Con la misma chulería que tan bien describe VICTUS, los españoles insisten en la labor de destrucción que les es consustancial, hoy y ayer, aquí y en América.
    No me sorprende en absoluto la suciedad con la que trabajan. Lo que no entiendo es que nosotros nos entretengamos contestando cada una de las cabronadas con las que nos bombardean, que las discutamos e intentemos la estúpida labor de contraponerles razones.
    ¡Inútiles diálogos con piedras mesetarias y traidores locales que nos usan como moneda de cambio!
    Parece que, como sucedió en el siglo XVIII, nos estamos perdiendo en legalismos y formalidades (las banderitas, el euro por receta, Wert, los financieros traidores,…) cuando todas tienen una única solución: la independencia.
    ¡No tendríamos que mendigar nada si no les diéramos antes nuestro dinero!
    Con qué maniobras y cómo hay que hacerlo efectivo, es lo que nuestros políticos han de discutir y planear. ¡Y hacer!
    El resto es perder el tiempo, cansar a la gente y matarnos de inanición, después del minucioso asedio planeado por los putrefactos hijos de… falangista!»

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