Todo ha sido bastante ridículo. Las independencias requieren endecasílabos, no pamplinas historicistas propias de una novelita para pasar el rato. Cuanto menos, una prosa digna y consistente, generosa con todos. Pues no; resabios progres, ahí queda el homenaje a la Asamblea del año 71 como uno de los hitos fundacionales del fallido Estado, y un tupido velo sobre las propias vergüenzas, tales que el golpe que dio contra la segunda República el entonces presidente de la Generalitat.
Los procesos históricos, o con afanes de hacer historia, no se componen en tono menor. Por algo escribió Beethoven su Tercera, la Eroica, en mi bemol mayor, y Mahler su Octava, la llamada Sinfonía de los 1000.
Las cosas se hacen bien o no se hacen. Lo de ayer fue un churro que, eso sí, permite comenzar algunas informaciones con frases del tenor ”Ayer dio Cataluña un gran paso hacia…” Y al señor Mas y su gobierno, seguir escondiendo su incompetencia para manejar una situación de crisis que el resto del país, con menos medios, va resolviendo como puede. La desvergüenza de exhibir cerca de un punto más de déficit porque sí y seguir pidiendo ayuda al resto del país no es de recibo.
No parece que los esfuerzos políticos para juntar menos de dos tercios de los votos en torno a la manifestación sacien las penurias de los novecientos mil parados que la EPA registra en Cataluña. ¿Es una declaración escrita sobre el agua lo que esperan de su gobierno “las catalanas y los catalanes”, “los ciudadanos y las ciudadanas”, activos ellos, ellas protagonistas a los que apela el papel aprobado…?
Festivales de esta naturaleza tal vez pueden disimular el manto de corrupción que envuelve a los líderes de la coalición gobernante; hace poco menos de un año, Oriol Pujol trató de hacer lo mismo resucitando otra Asamblea para distraer al personal del escándalo del Palau.
Ayer, el mismo joven miembro del clan Pujol –por el que la fiscalía anticorrupción se interesa- se permitió decir que el Estado está empeñado en jibarizarlos. “Antes lo hacían con las armas, ahora con el ahogo económico”. Ante sandeces de tal naturaleza no cabe pedir sensatez o más cordura; simplemente y en su propia lengua, como gesto de cortesía: Anar a fer punyetes.
!Eso! !Qué «pesaos»!