Lo de Montoro y los defraudadores a la hacienda pública va a traer cola. Defraudadores y morosos, recalcó el ministro para cerrar el arco de quienes por las razones que fueran no cumplen con sus obligaciones fiscales. No es mala respuesta a la demagogia de quienes han tratado de confundir al personal llamando amnistía a lo que era una más de las regulaciones fiscales cursadas en la democracia; dos de ellas a cargo de gobierno socialista.
Para publicar tales listas del deshonor los técnicos tendrán que despejar alguna traba a su difusión. No lo pudo hacer en 1980 el ministro de la UCD García Añoveros, ni desde entonces hasta hoy ninguno de sus diez sucesores, pero situaciones más difíciles se han removido.
Ayer en el Senado Cristóbal Montoro puso especial cuidado en precisar que, además de defraudadores y de morosos, también se refería a personas físicas y sociedades. Es decir, que en la lista de marras aparecerían aquellas empresas y corporaciones pescadas en fallo, tanto por burlar la ley porque sí, como aquellos otros que excusarían su situación pretextando que prefirieron pagar las nóminas, los créditos a bancos, etc. No dejó aclarado si en el tablón de los horrores se expondrían igualmente los morosos de la Seguridad Social, pero ya puestos…
En cualquier caso, volvió a criticar, de forma velada pero tan transparente como hace un par de días, a quienes “no merecen la confianza de la sociedad”. Y apuntó directamente a las “entidades empresariales que no merecen la confianza de los mercados cuando no dan prioridad al pago de los impuestos, que es la forma de financiar los servicios públicos de los españoles”.
Precisamente en la mañana de ayer, el diario por el momento bastante amigo de Rubalcaba comenzaba así su editorial “Montoro se excede”: “El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se permitió ayer en el Congreso algunas observaciones extemporáneas sobre los medios de comunicación que suenan peligrosamente a amenaza. Criticó la actitud de “algunos medios de comunicación” porque “dan lecciones de ética cuando tienen importantísimas deudas con Hacienda”. La advertencia iba dirigida, en el mal tono habitual del ministro, hacia aquellos medios que no dudan en “referir a la sociedad española la importancia que tiene aflorar bases imponibles para financiar nuestros servicios públicos”.
Despues de comparar al ministro español con la estrambótica presidenta argentina, iniciaba su último párrafo diciendo: “El responsable de Hacienda ha cometido, como poco, un gravísimo desliz contra la confidencialidad debida en todo administrador público”. Y concluía que la “mejor reforma y más eficaz sería aquella que culminase con el ministro Montoro fuera del Gabinete”.
En fin, aquello de “quien se pica, ajos come”. Elemental.