Y pasan los días como si nada pasara. Qué ridículo resulta querer seguir haciendo la ola con el estadio vacío. Lo de “se acabó el recreo” podría ser una buena frase de campaña si algún partido renunciara a halagar los bajos instintos del votante. O, por mejor decir, si realmente fueran conscientes de lo que significa para cuatro millones y medio de personas el no tener un trabajo regular.
Esta tarde vi por unos segundos a Walter Cronkite, el gran conductor del telediario de la noche americana en la CBS. Aparecía dando noticia de la crisis de los misiles en Cuba, tiempos de J.F. Kennedy, en la película “Trece días”. Interesante el juego de poderes entre la presidencia liberal y la ultra conservadora cúpula militar. Pero a lo que iba; en su dilatada carrera como conductor de su “Evening News” le tocó vivir todo lo imaginable en aquellos años de la guerra fría. Cada noche terminaba su media hora informativa con una frase que repetida miles de veces se hizo tópica: And that’s the way it is; algo así como Y así son las cosas o Así pasó.
Todas las noches salvo cuando, por alguna razón de peso, incluía un comentario propio; es decir, algo más allá de los puros hechos, sin matices añadidos. Insólito aquí, ciertamente. Con alguna excepción, como Vicente Vallés en “24 horas”, los informativos de la televisión pública nacional muestran día a día al Gobierno tocando a rebato. Resulta pueril ver cómo se reordenan las noticias para que las desgracias que afligen a los socialistas sean contrapesadas con las que purgan los populares, por ejemplo.
Durante cerca de 400 noches Cronkite concluyó su espacio recordando que aquél era el día 50, 51… y así hasta el 444, en que 52 norteamericanos seguían secuestrados en Irán. Esa especie de gota malaya contribuyó decididamente a desalojar a Carter de la Casa Blanca; el presidente sólo ganó seis Estados. Y la letanía cesó justamente el día 20 de enero de 1981; los rehenes fueron liberados minutos después de que su sucesor, Ronald Reagan jurara su cargo en el Capitolio.
Necesitamos un Cronkite, alguien solvente, capaz de respetar los hechos, contarlos tal como son y, por qué no, de recordarnos día a día que a nuestro lado penan cuatro millones y medio de personas sin trabajo. Porque así es.