Ni en la hagiografía más desvergonzada cabría encontrar algún paralelismo entre Churchill y Zapatero. Sí, entre Winston Lonard Spencer Churchill y José Luis Rodríguez Zapatero; entre el primer ministro británico que al enfrentar la guerra contra Hitler anunció en su célebre discurso del 13 de mayo de 1940 -“No tengo nada más que ofrecer que sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”- y el español que ante la crisis económica profetizó el 25 de febrero de 2008 aquello de que “la desaceleración no va a ser ni profunda ni prolongada. Va a ser una desaceleración para la cual nuestro país está más preparado que nadie”. El mismo que tres años más tarde, ayer en Bruselas, aseveró solemnemente que ésta era la peor crisis económica de los últimos 80 años.
Entre aquel estadista que advirtió “si el presente trata de juzgar el pasado, perderá el futuro”, y el despertador de nuestra memoria histórica, el de “España como nación es un concepto discutido y discutible” y demás tontunas como aquella otra de “para mí, la patria es la libertad” o la ya global “La tierra no pertenece a nadie, salvo al viento” que tomó de un jefe indio.
Pues esa comparanza se puede leer no en El Plural, que sería lo propio, sino en el artículo “El mejor ZP” que hoy publica El País.
Todo presidente lleva dentro un pequeño Churchil, comienza el profesor de la UNED José Ignacio Torreblanca. Y continúa que alguno hay a quien no le importa perder unas elecciones si es por una buena causa. El héroe que se inmola es ZP, claro, y la causa, el apoyo a la resolución sobre Libia. No la guerra de Libia, que guerra fue lo de Irak, no; sólo intervención. ¿No es marailloso?
Como también lo son las descalificaciones que, al pasar, hace de Merkel y de Obama. Dice que a éste, pobre, le abroncan por gastar dinero en lo que allí sí llaman guerra, y porque la alemana, pendiente de sus elecciones regionales, “balbucea torpes escusas” para no mojarse.
Por el contrario, el líder nacional… mejor léanse el artículo desde el blog de su propio autor. Y luego vean la exposición sobre Churchill y España que acaba de abrirse en Madrid.
Total, que tenemos aquí un Churchill dispuesto al sacrificio en el ara de la democracia de los países musulmanes, vista la nula atención prestada a su alianza de civilizaciones. Ayer estuvo en una cumbre europea tratando de salvar lo que queda tras su paso por el gobierno de la nación. Además de prometer una confusa limitación del déficit por una futura ley que no contempla a las Comunidades Autónomas, la otra medida novedosa consiste en aligerar las listas del paro sacando al aire las chapuzas y otros menesteres cursados sin IVA.
Curiosa manera de afrontar la situación, leyes hasta ahí tan sólo, reformas para dentro de quince años, otras sumidas en el paripé del consenso con los sindicatos subvencionados… Si este es le mejor ZP, qué espectativas albergaría el profesor Torreblanca sobre el personaje.
En resumen y a juzgar por su risueño semblante en Bruselas, lo único que ZP tiene de Churchill es el consuelo que encuentra en aquello de que “el éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. Lástima que la mayoría de sus propios ministros piensen que no deja de ser una coña, puro humor británico.