Mira por donde se cumplieron los augurios del portavoz en el Congreso de los nacionalistas convergentes. Decía Durán poco antes de la visita de Mas a Rajoy que esperaba que éste último estuviera a la altura de las circunstancias y actuara como un estadista. Y eso fue lo que pasó. El gallego habló claro. En esta ocasión no se perfiló, ni respondió con ese “¿o no?” que acostumbra para dejar sembradas en el aire una cosa y quizá la contraria.
Ciertamente no lo tenía demasiado difícil; hace un par de días el titular de la Corona le dio el pié de entrada con la carta que colgó en la red. Y el sentido común debió de hacer el resto. Porque de entre las salidas de pata de banco que los personeros de la política nacional han practicado en esta legislatura, la del dirigente catalán brilla con luz propia.
Tan pocas esperanzas abrigaba Mas de que Rajoy fuera a transar sobre el llamado pacto fiscal que lo había venido calificando como sólo un paso en la camino de la constitución de su nuevo Estado. Plantarse en La Moncloa con planteamiento tal sólo podía significar dos cosas: o pensaba que el presidente del Gobierno es un cretino, o quería hacer fracasar cualquier convergencia posible entre ambos. Cada cual puede escoger la que más le guste; yo voto por la hipótesis segunda.
Sobre la broma de la secesión se trajo otra amenaza en el petate: el adelanto de las elecciones en Cataluña. Aprovechando, que los socialistas no tienen candidato, con los populares sufriendo los efectos de los recortes, los indignados en manifestación permanente y su propia indigencia económica, qué mejor salida que la vieja táctica del enemigo exterior. Desde Hitler a Cristina Fernández, pasando por aquel Caudillo nacional o el venezolano Chávez, cada cual se fabricó sus propios maniqueos. Judíos y comunistas, masones, empresas españolas, los norteamericanos y hasta la pertinaz sequía…
A lo largo de la historia muchas fueron las versiones del chivo expiatorio para tapar vergüenzas y necesidades. Para los señores convergentes, el malo es ahora nada menos que el resto de España. España no les comprende; les exprime, se sienten dolidos, tanto como Cristiano Ronaldo antes de que el Bernabéu aclamara el gol que metió al Manchester el martes último y en el último minuto del partido.
En el encuentro de Mas con Rajoy pasó lo que tenía que pasar; ni más ni menos. Incluida la petición de más de cinco mil millones de euros para poder pagar inminentes vencimientos de su deuda. Ello supone que la Generalitat habrá recibido este año un total de once mil millones para hacer frente a su mal gobierno. Y como Cataluña es tan España como las Hurdes, el Estado pecha con los atrasos, impagos y ahora repago de su deuda, esos papeles que las agencias han calificado como bonos basura.
¿Falta de comprensión? No fotem.
P.S. Por cierto, deberían leer el artículo que ayer publicó Esteban González Pons en La Tercera de ABC.