Serán muchos los millones de españoles que concuerden con el mensaje que el Rey ha puesto en la red. En dos líneas: que las dificultades se superan uniendo esfuerzos y recuperando los valores que cimentaron la Transición, tales como la generosidad y el diálogo, es decir, la renuncia a los intereses particulares en aras del interés general.
Las cuestiones de cajón no dejan demasiado margen a la discrepancia Y que la Corona se manifieste en momentos excepcionales, tampoco. Nada más natural que el primer referente de la nación, el pal de paller que diría un catalán, cumpla con sus funciones de arbitraje y moderación. Y eso es lo que ha venido a hacer con esta iniciativa.
Las novedades suelen sorprender y abrir flancos a la polémica. Como también lo haría el silencio de quien simboliza la unidad y permanencia del Estado –Art. 56, 1 de la Constitución- ante los desvaríos de instituciones, constitucionales también, caso los sindicatos o los gobiernos de autonomías como la Generalitat catalana.
No caben más dislates de presuntos responsables políticos como los que dirigen tales instrumentos de participación ciudadana. Manifestaciones y huelgas no resuelven el paro de cinco millones y medio de ciudadanos ni el hambre del millón de indigentes que Caritas aplaca en España. Y tratar de cubrirse las vergüenzas con el diseño de una bandera estrellada y pancartas pidiendo la independencia en inglés para que se les entienda, tiene bemoles.
Frente a los comportamientos de personajes como los Mas, Pujol, Durán y Cía. SL, o la pareja de animadores sindicales que el Estado subvenciona, ayer brilló con luz propia la personalidad de Santiago Carrillo, el comunista que cuarenta años después de una guerra arrastró a la izquierda del país hasta la paz e hizo más fácilmente transitable el camino de la democracia.
En aquellos años de la década de los setenta Carrillo personificó la renuncia a los propios intereses, los de su partido, su ideología, en favor del conjunto de la sociedad española. Rompió la bandera tricolor e hizo suyas la monarquía y la defensa de la unidad de España. Fue precisamente un 14 de abril, el de 1977. Quizás porque él era realmente la izquierda y también por haber vivido lo que vivió, y de la forma en que lo hizo. Fue el comportamiento de un patriota, palabra bastante en desuso hoy.
Ciertamente eran aquellos tiempos difíciles, pero ¿acaso estos no lo son?