Llevamos un par de meses asistiendo al torpe barajar de candidatos del partido socialista para perder unas elecciones parlamentarias. ¿O alguien está pensando en otra salvajada como la del 11-M del 2004?
El fenómeno de la sucesión de Zapatero sólo cabe entenderlo como maniobra de distracción, como arte de trileros con bolita y los cubiletes. El personal queda encelado en lo que pueda ocurrir sobre el taburete: ¿ Zapatero, Chacón, Rubalcaba, aquí no, por aquí tampoco, dónde se esconde la bolita?
Mientras, en la calle, la conjunción de estancamiento e inflación genera paro, crece la informalidad laboral y la cohesión social se resquebraja. El paso siguiente es la pérdida de confianza en el sistema, que hasta Pujol ha olvidado aquel “Tranquilo, Jordi, tranquilo” con que el Rey le afirmó el 23-F. Y es que el sentido de pertenencia se vive o no se vive; no es cosa de leyes, ni de pactos, ni siquiera de cupos fiscales.
¿Qué piensan de todo esto Rubalcaba, Chacón y Zapatero?
Zapatero parece encantado con la proliferación de esas nuevas formas asociativas, colectivos son llamadas, de gays y lesbianas, mujeres por el aborto, amigos de Garzón, o antinucleares porque sí. La ministra defensiva ha sido más prudente, y de Rubalcaba qué decir; las coñas las reserva para torear al Congreso; por edad y estudios quizá no sea de su gusto asistir en primera fila al deterioro de actores fundamentales en las democracias, como organizaciones sociales libres de subvenciones, universidades, iglesias y academias. Que lo diga.
No es catastrofista afirmar que la libertad va mermando al compás de la pérdida de valores, y que la malversación de la Justicia rompe otro principio básico de convivencia, el de la igualdad ante la Ley. De ahí al sálvese quién pueda, un paso. O lo que es lo mismo, “¿qué hay de lo mío?”. Es decir, la corrupción. Privada y pública.
¿Por qué no dedicamos tiempo, imaginación y esfuerzo a sacar esto adelante? Sin fotos, sin hablar de leyes para dentro de quince años o que nunca llegarán a serlo, ni de fusiones de cajas que se licúan con los primeros soles de primavera. ¿Cuándo terminará el recreo?