Hablo de El País, el periódico global en español, que así se presenta cada mañana. Su editorial de hoy “Arranca la sucesión, Zapatero no se presentará en 2012 pero tiene mayoría parlamentaria para agotar la legislatura” es un compendio de deseos, frustraciones y, lo a mi juicio grave, de paternalismo perversor de la democracia parlamentaria. Sí, de pervertir (RAE: “viciar con malas doctrinas o ejemplos…”).
Dice El País que mientras los socialistas tengan mayoría parlamentaria nada obliga al presidente a convocar elecciones. Argumenta que la situación económica aconseja seguir así un año más, achacando “grave irresponsabilidad” a quienes piensan lo contrario, caso de los populares.
¿Y? O sea, que para el diario lo sustancial es la mayoría, no cómo ni en qué se emplee. Línea de pensamiento que suscribiría, por ejemplo, Hugo Chávez sin pensárselo dos veces. Él caudillo venezolano también tiene mayoría, y salió de unas elecciones. Pregonan la democracia real pero no salen de la mullida simbología de la democracia formal. El medio convertido en fin.
O sea, para el periodico global en español lo prioritario no es resolver la situación sino mantener a Zapatero en el Gobierno porque tiene mayoría “con el apoyo de los nacionalistas catalanes y vascos”, puntualiza. Lo que pueda seguir no haciendo parece no considerarlo sustancial, ni tampoco lo que pueda seguir haciendo, pese a los precedentes; ni lo que al país -España- le cueste el salvífico apoyo de las minorías nacionalistas.
Además hay otra cuestión de fondo: ¿le queda algun depósito de confianza al presidente como para emprender las perentorias reformas no atendidas en tres años? El País tiene fe, por más pruebas que el personaje haya facilitado como para maliciarse cualquiera que hará que hace, como hace desde la bronca que hace un año la UE le echó y los demás aún estamos pagando.
En el mismo diario opina en esta línea Enrique Gil Calvo concluyendo que Zapatero ha abierto “un inquietante vacío de poder”. Y Josep Ramoneda, en una excelente columna, manfiesta la duda de que el futuro sea como lo sueña el presidente que se va pero se queda un rato más. “Los gobernantes se sienten tan imprescindibles que se creen con derecho a marear a la opinión pública jugando al escondite con su propio futuro”. También escrito está en “El País”, lo que ciertamente le honra. Reflejos en el periódico amigo de la pugna interna desatada en el socialismo y progresía españoles.