¿En qué quedaron las cuentas que los miembros del Consejo del Poder Judicial iban a rendir hace un mes, cuando lo de Dívar estaba en su apogeo? De aquellas intenciones nada más se supo desde que aquel pazguato abandonó la presidencia, precisamente por unos gastos de viaje indebidos. Los vocales anunciaron que para dejar claras sus respectivas honorabilidades, y detener la vendetta de Garzón, darían cuenta de sus desplazamientos y gastos consiguientes. Hasta hoy. Ni Gómez Bermúdez, el justiciero
Es una de las lluvias de arena que en este ferragosto se alternan con las de cal, como el homenaje que el diario amigo rinde este domingo al pobre ex juez que dice seguir siendo juez y presume: “Soy el último exiliado del franquismo».
Desvaríos tales acabarán pagándolos, y si no al tiempo, aquel extraño pirata informático llamado Assange a quien hoy defiende, y también la justicia de Ecuador en cuya reforma está involucrado, así como todos los argentinos, es asesor de su cámara de diputados, y hasta la lucha contra los narcos en México, conseguida por los buenos oficios de un amigo. Como le resulte como en España, donde el eminente Oubiña ha tenido que ser absuelto de cargos gracias a su habitual mala instrucción, listo va el nuevo gobierno de Peña Nieto.
También de cal y arena parece hecha la política de los socialistas de Rubalcaba; las infinitas ansias de consenso, cláusula de estilo de todos sus actuales portavoces, se trocan en virulentas descalificaciones cuando entran en materia. Como cuando la pasada semana la que se ocupa de la economía manifestó solemnemente que garantiza el apoyo de su partido al Ejecutivo en la batalla europea –“ayudaremos al Gobierno para que no pida el rescate; este país no merece ser intervenido”- para añadir que siete meses de errores han conducido al rescate total y a ver Rajoy “qué va a hacer para impedir que España sea rescatada”. Cal viva en estado puro.
O aquello de López Garrido, portavoz de Defensa, que escribe al ministro Morenés reiterándole su oferta de consenso sobre la Estrategia Española de Seguridad el mismo día que calificaba la nueva directiva de la defensa nacional de retrógrada, decepcionante, preocupante, aislacionista, euroescéptica y obsoleta. Eso son ganas de hacer amigos, ¿para qué buscar enemigos?