En su edición de hoy, domingo 10 de junio, 2012, el diario “El País” publica el último barómetro de Metroscopia, su encuestadora habitual. Ofrece datos de interés. Uno, el gobierno quemado por la crisis sigue sacando 12 puntos de ventaja al primer partido de la oposición. Otro: un 63% de los encuestados desaprueba la gestión de Rajoy; la de Rubalcaba, el 69%, con un índice de rechazo de -37%, frente al -32% presidencial.
Y un tercer dato: ante la pregunta de cuánta confianza ofrecen uno y otro, el 20% opina favorablemente del presidente, índice que baja hasta el 14% en el caso de su opositor.
Un viejo político italiano, y periodista por cierto, Gulio Andreotti dijo con harto conocimiento de causa que “el poder desgasta cuando no se tiene”. El senador vitalicio que jugó un papel relevante hace un año en la aceptación del senado italiano al Monti propuesto por la UE como jefe de gobierno, había sido presidente del consejo hasta siete veces y otras veintiocho, ministro. De poder, oposición y desgaste, sabía lo que no estaba en los libros.
Lo de la oposición no es de extrañar cuando el secretario del partido socialista marea la perdiz con encomio digno de mejores afanes. Su actitud ante la línea de crédito abierta el sábado por el eurogrupo al FROB para sanear el sector financiero a precios razonables es muestra reciente del doble lenguaje y actitudes que acostumbra. Lo resume así su diario amigo: “En esta situación tan difícil, los españoles, todos unidos, tenemos que defender ante Europa y ante el resto del mundo que somos un país serio, son una economía solvente y que vamos a salir adelante”, dijo Rubalcaba antes de expresar su múltiples dudas”.
Es una extraña manera de predicar la unión, como las ofertas de consenso que a diario envían sin remite posible, simplemente porque eso de ir todos a una siempre ha tenido sus fans, desde el teatro de Lope de Vega en el Siglo de Oro hasta el Movimiento de los años de plomo.
Al margen de otras cuestiones, parece como si la dirigencia socialista se sintiera presa de una tenaza de la que no acertara a desembarazarse. De un lado, la responsabilidad que siempre queda en un partido de gobierno, máxime habiendo cargado con la gestación y crecimiento de la crisis; y del otro, el desespero ante el trasvase de votos a IU por su orilla izquierda.
Nadie dijo que ni su tarea, la de Rubalcaba, ni la de Rajoy serían fáciles. En situaciones como ésta no es sencillo liderar a la opinión pública seriamente, como se reclama al presidente, y con mucha razón. Como tampoco debe de serlo hacer cruz y raya de un pasado de extravagante irresponsabilidad, como la que rigió en este país desde que hace más de tres años comenzó el gran problema. Hoy nos falta la flexibilidad con que en otras circunstancias resolvimos cuestiones más complicadas de encajar.
Hace ahora treinta y seis años, en Italia, la DC y el PCI, Moro y Berlinguer, llegaron al llamado compromiso histórico por el que el democristiano Andreotti ocupó la presidencia del gobierno con los votos comunistas, segundo partido entonces. Por aquellos años, un joven socialista español se daba a conocer en las cortes europeas ante la inminente llegada de nuestra democracia, y entre los líderes del momento visitó a los italianos. Causó buena impresión en el Quirinal aunque no alcanzó a evitar que el italiano comentara aquello de manca finezza tras su encuentro con el español.
Eso, nos sigue faltando finura; un ajuste fino a la realidad, el fine tuning con que diez años más tarde nos sorprendió Javier Solana, portavoz del segundo gobierno que aquel joven socialista llegó a formar en los años 80.
La Spagna? Manca Finezza…..!!!