Lunes 25 de abril, 3,45 de la tarde. Ponferrada, León. Al término de la comida, sólo cuatro mesas ocupadas en el salón, el propietario me ofrece el consabido chupito al pasar por delante de la caja registradora. Le agradezco el convite que no acepto y por pura cortesía me intereso por su negocio. Se retrae durante unos segundos y con gesto resignado me dice que mal. ¿Pero qué significa ese mal?, repregunto. En tres años ha bajado un 60% su facturación.
Mire usted, de martes a viernes no hay nadie en los restaurantes, bares ni mesones. No hay más que ver cómo están las calles. Puede usted venir por la noche desde León solo en la carretera. Tengo un conocido en una gasolinera de la N.VI; han decidido cerrar por las noches. “Para tres coches que paran en toda la noche no merece la pena seguir abiertos”. Esto no se arregla así como así; va a costar más años que los que llevamos de crisis. Hasta ahí el hostelero.
Hora y media más tarde, un establecimiento comercial en la misma ciudad. El propietario me acompaña atentamente hasta la salida, dónde le pregunto por el negocio. Durante diez minutos hizo una reflexión realmente lúcida sobre las causas y horizonte de la crisis. A su juicio lo peor es la falta de una salida clara. Esta es una región subvencionada, me dice, que ha vivido del carbón y de la construcción, básicamente. El carbón está llamado a desaparecer, y las dos grandes constructoras de la zona están en concurso de acreedores si no quebradas. Sólo queda la pizarra, y como no se construye tienen que colocarla en Francia y un poco en Alemania.
¿Qué motor de crecimiento vamos a tener aquí? Por prisa que nos demos en detectarlo pasarán años, cuatro quizá, antes de empezar a andar. Y nunca para volver a dónde estábamos. ¿Quiénes o cuántos pueden esperar cuatro años más? Nosotros hemos tenido que meter 200.000€ el pasado año para seguir adelante, y no sé si nos equivocamos, porque hoy estamos como estábamos pero con 200.000€ menos.
Hace cuatro años -sigue el hombre- facturamos 510.000€; hace tres, 250.ooo€; hace dos, 212.000@, y el pasado año no hemos llegado a los 2oo.000€.
¿Pero qué se puede esperar de un presidente -sigue- que no ha trabajado en su vida por cuenta ajena ni propia; o de un ministro de Fomento sin estudios? Van de un lado para otro sin enterarse de la misa la media. Ahí está Sarkozy vendiendo ahora a los japoneses la tecnología francesa nuclear; o cobrándonos a nosotros en trenes el apoyo en la lucha contra ETA, y tenemos que ir hasta América para vender los Talgo nacionales. ¿No le ven en Libia agitando por un lado a los rebeldes y a la coalición internacional por otro para hacerse con el monopolio del crudo Libio, como los americanos se quedaron con el de Irak?…
Lo que la calle sabe… Cuando hable cualquier cosa podría pasar.