El hemiciclo del Congreso espera la voz del pueblo.
La superestructura política del país está fuera de la Ley. Lleva así demasiados años, es preocupante. La Ley de 1978 comenzó a ser burlada poco después de cumplir sus cuarenta años. En junio de 2018 Pedro Sánchez puso las manos sobre el gobernalle del sistema tras una moción de censura y desde entonces hasta catorce gabinetes ha formado para cubrir dos legislaturas y media.
La última, en la que estamos, nació con demasiado plomo bajo las alas, fruto de la derrota electoral sufrida por un primer ministro que se jugó su ser como el Fausto de Goethe su alma para seducir a Margarita.
En nuestro caso no fue precisa la asistencia de Mefistófeles, Sánchez echó mano de otro doctor, el Frankenstein de Mary Shelley. Y con deshechos de tienta, o sea pequeñas minorías marginales, zurció una manta con la que atravesar la legislatura actual sin haber ganado el honor. De hecho, los españoles no se lo dieron, perdió con cuatrocientos mil votos y dieciséis escaños menos que Feijóo.
Las consecuencias de tal espantajo han sido deletéreas. Hoy España está sometida al albur de un sátrapa encelado contra la división de poderes y los frenos y contrapesos esenciales para que las democracias funcionen como tales.
En las parlamentarias, es nuestro caso, tal estado de cosas es alarmante. Un primer ministro sin mayoría parlamentaria, que se fuma un puro con todo lo que no sea su mismidad, ignora la Constitución salvo para retorcerla y exhala mendacidad, ha perdido toda legitimidad.
Tal vez su resiliencia tenga por objeto proteger a su familia, esposa y hermanos abocados al proceloso mundo de la Justicia… de la ilegitimidad a lo criminal hay un paso.
Lo va a tener muy difícil. El filibustero de Waterloo ha cancelado de hecho cualquier maniobra legislativa del Gobierno de la Nación, es lo propio del filibusterismo parlamentario. Un país sin Presupuestos no puede vivir meses de simples decretos; llegará el día en que los pensionistas no cobrarán sus derechos, por ejemplo.
Pasó el tiempo de los sobres y rosas, y en ese futuro negro el sanchismo se irá deshilachando al sentir la escasez de medios que hoy aún mantienen a sus huestes. Quizá en paralelo se recompongan los restos de la socialdemocracia zaherida por esta tropa impresentable de cantamañanas.
Mientras mantengan amordazados a los ciudadanos y las urnas secuestradas, permanecerán fuera de la Ley y nosotros pagaremos las consecuencias.
Graves han de ser; al tiempo. “Imposible la hais dejado para vos y para mí”, que Zorrilla puso en boca de don Luis Mejía reprochando a don Juan Tenorio el haber desflorado a su amada Ana de Pantoja.
P.S. Tras calificar de sátrapa al primer ministro, acudí al DRAE por comprobar la justedad del calificativo. No puede cuadrarle mejor: “Persona que gobierna despótica y arbitrariamente y que hace ostentación de su poder”.
