No hay otra salida: las cloacas. Un Gobierno roto y sin apoyo parlamentario, un presidente ocupado en almohadillar los banquillos que esperan a su propia familia, sus más íntimos colaboradores, a todo un fiscal general del Estado y a donantes y patronos de emprendimientos nacidos en su residencia, etc., todo ello arruina el sistema parlamentario de nuestra democracia.
El sanchismo ha convertido la política en un colector de miserias humanas. Su hedor resulta irrespirable para la mayoría de los españoles, sojuzgados por las maniobras y hábitos creados en detrimento de diversos principios constitucionales.
No resulta fácil aventurar cómo se las arreglará Sánchez para salir del embeleco que ha ido urdiendo con el perseverante empeño que la araña pone para tejer la red de su poder. Y cuando el poder deja de ser un medio y se persigue como un fin en sí mismo, puede acabar sucediendo lo más inesperado, incluso escandaloso, como ocultar tras un cortinaje la urna de su salvación. Ya lo hizo ¿con qué nos sorprenderá ahora?
De trampas y mentiras está enladrillado el suelo que pisa este insólito primer ministro de un gobierno incapaz de hacer leyes vitales, como lo del presupuesto de gastos e ingresos o la de defensa nacional. O, simplemente, de buscar aliados entre los más próximos a sus electores en vez de zaherirlos desde la poltrona estéril en que yace con terroristas, vendepatrias y extorsionadores sin piedad ni disimulo.
No hay día sin escándalo ni aparición de nuevos protagonistas ridículos de este sindiós. ¡La casquería! Los cuatrocientos asesores presidenciales no han dado con mejor fórmula de desprecio de cuanto acecha el futuro del jefe que meter en la cabeza de sus portavoces la palabra “casquería”. La del PSOE, ministros, vicepresidentas y terminales mediáticas, todos a coro descalifican hechos, datos, denuncias, enchufes, malversaciones y demás como si se trataran de meros despojos de órganos, como callos, patas y morros, ricos en colágeno y otras virtudes culinarias.
El último espectáculo, el turbo aforamiento del pillabán extremeño para salvar colateralmente al inculpado hermano Sánchez Pérez Castejón, viene a ratificar que no queda otra que la de bucear por el pozo negro en busca de una salida. Discreta no va a resultar, y cuanto más tiempo dure el trance el desenlace resultará más costoso. La figura del aforamiento no da para cubrir tanto ni a tantos.
Pobre España; como don Luis Mejía espetó a don Juan Tenorio, “con lo que habéis osado, imposible la hais dejado para vos y para mí”.