Anestesia general

Sánchez anunciando que no se retira, abril 2014.

Cuando, como está ocurriendo, la democracia se gobierna despóticamente los ciudadanos pierden los reflejos de la libertad. El tejido social se acorcha víctima de los designios del déspota. Una anestesia general se extiende por todo el país.

Está pasando ante nuestros ojos. El autócrata al mando trama una red de garantías a su obra y su propia persona, confundiendo la supervivencia de su ridículo ser con la del Estado; ni más ni menos. Leyes con nombres y apellidos, mandatos a sus peones despojados de toda autoridad propia, y parlamentarios sometidos al mando omnímodo de quien realmente los eligió. Y que nadie se equivoque, que a él se lo deben y no a los electores.

La lluvia de mierda que llueve sobre sus espaldas por la corrupción institucionalizada en su Gobierno y encarnada en el seno del antiguo partido socialista, apenas despierta indignación. Ni siquiera vergüenza entre sus responsables, incapaces de reaccionar sin saber hasta dónde llegarán los destrozos.

Ver la carrera de esta banda encabezada por el gran pollo descabezado resulta, además de grotesco, desalentador ante la carencia de remedio. Hace poco más de un año, el déspota se permitió el disparate de escribir una carta a los españoles para comunicarnos que se tomaba cinco días de asueto para reflexionar sobre cómo poder seguir gobernando mientras sufría de amores por su pareja.

“Mi mujer y yo sabemos que esta campaña de descrédito no parará. Llevamos diez años sufriéndola. Es grave, pero no es lo más relevante. Podemos con ella.” Y cerró el farol, tras involucrar al Rey, con desparpajo y falsas promesas. Em fin…

Lo de Begoña apenas había salpicado entonces el lodo de que siempre habla para esconder los capullos de cohechos, coimas y sobornos sin fin. Hoy, Begoña, como su lugarteniente Ábalos y el Koldo que custodiaba sus poderes, no son objeto de insinuaciones sino de instrucciones judiciales; y pronto Cerdán, el número 3. Y así hasta veintitantos, incluidas hasta “sobrinas” de ocasión.

¿Cinco días de asueto, o diez años de permiso para irse a hacer puñetas con la compañía de ilustres portadores de vistosos vuelillos como Conde Pumpido, García Ortiz y la misma Lola Delgado? Sería lo que corresponde.

Y el país despertaría, como en el cuento de la bella durmiente besada por el príncipe, hoy la centralidad de la que ayer hablaron juntos los expresidentes González y Aznar: “Nosotros teníamos muchas peleas, pero manteníamos la centralidad, que es lo que decide la convivencia.”

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Posted martes, mayo 20th, 2025 under Política.

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