El valido, la esposa y el caudillo en los días de vino y rosas.
… El pico de la muleta con la que torea al país mostrando las malas artes y asesina embestida de quien tanto le debe. Y éste ordena a su cuadrilla actual que ni tocarlo, que le dejen acularse en tablas donde caerá ajusticiado como una alimaña.
La historia de los wasaps entre valido y primer ministro tiene el mismo hedor que el empeño de éste en achacar a una conjura internacional el gran apagón de hace dos semanas. El propio de las sentinas donde aflora la falacia.
Los que saben de ello, técnicos sin carnet partidario, han descartado la broma del ciberataque. Pero el responsable de todo sigue sin decir una palabra, ni siquiera para ordenar que lo haga cualquiera de los “petardos” que tiene enchufados en los órganos del control eléctrico nacional, desde la vicepresidenta tercera hasta el último encargado de los plomos en la Red.
La muleta del matarife ha mostrado los juicios y opiniones que al maestro de maestros le merecen sus compañeros, o mejor subordinados. Los datos transmitidos ahora son relevantes por lo que pueden estar ocultando; hechos que trasciendan política y tal vez penalmente de los conocidos dicterios del caudillo.
No tiene sentido que quien registra y guarda copia de sus conversaciones con el gran jefe se limite a conservar chismes personales sobre compinches. ¿Dónde está lo mollar?, órdenes sobre la formación del gobierno frankenstein, decisiones sobre la pandemia, relación con la jefatura del Estado, el verso suelto de la vicepresidenta venezolana, la amnistía, encargos a Zapatero, lo de Begoña, negociaciones con los golpistas catalanes, la coyunda con los bilduetarras, instrucciones para colonizar el Constitucional y la Fiscalía… en fin, cuantos desmanes lleva incurridos el sanchismo.
Todo ello está entre los pliegues de la muleta hasta ahora ceñida para mostrar sólo el pico, ocultando palabras mayores que van más allá de degradar la confianza que unos mandados puedan conservar en su jefe. Al resto de los españoles, más allá del lamentar la zafiedad del aún primer ministro, ni nos van ni nos vienen tales afrentas y groserías.
Desde el gabinete se comenzó por lamentar el asalto a la intimidad de quien lo preside para amagar ahora con denunciar a los brazos de la ley que han incumplido su deber de custodia. ¿Deber de custodia?
Suponer que no hay copias de estas grabaciones es sumamente ingenuo. Sin resguardo, los chantajes tienen muy corto recorrido. Y esta historia tiene todos los perfiles de una extorsión.
Triste y desganada reacción gubernamental a la espera de lo que puede llegar cuando el matarife sienta el frío de soledad ante el infortunio. De momento le recuerdan las huellas de la francachela de putas y coca que dejó en el parador de Sigüenza una semana antes de su despido.
Tal vez esto, el final, no haya hecho más que empezar.
