De la Real Casa de Correos

 

La sede de la Comunidad de Madrid rindiendo homenaje a los paises de la Hispanidad.

De los despachos de la Moncloa emanan bulos a diario para enmascarar los fétidos olores que asfixian a sus moradores. Y así, uno de los cerebros alquilados sirvió el que dió con el ministro Bolaños por los suelos al mentir en sede parlamentaria que la diputada popular Álvarez de Toledo estaba el 11-M donde no estuvo. Pero es que aunque hubiera estado, ¿qué? Con la que les está cayendo…

Como la estupidez de echar sobre la sede de gobierno de la Comunidad de Madrid el baldón de la represión franquista, blandiendo la hemiplégica memoria democrática hecha ley. Llueve sobre mojado: hace tres años un podemita lo lanzó al poco de que el primer ministro, o sea Sánchez, despidiera a su hombre de confianza total de sus despachos ministerial y partidario –Ábalos, ¿recuerdan-.

Bulos a guisa de velos de la realidad. En el carajal que les asfixia abren una salida: transmutar la actual sede de gobierno de la Comunidad Autónoma que gobierna Ayuso en el museo de los horrores de la dictadura franquista. Eso: que la luz entre donde más falta hace, o sea en los oscuros calabozos soterrados donde la Dirección General de Seguridad se instaló al término de la última guerra civil.

La ocurrencia me pareció entonces tan extemporánea como pretender desmontar el acueducto de Segovia porque bajo su arco central pasó aquel invicto caudillo para comer un buen día en el mesón de Cándido.

Pero de cómica, nada; es un golpe más a las raíces de nuestro sistema, al espíritu superador de pasados enfrentamientos, la concordia que ha hecho posible décadas de convivencia y progreso. El danés Kierkegaard dejó escrita una sentencia que viene al pelo: “la vida puede comprenderse mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando hacia adelante.”

Me referí hace tres años en una Terera del ABC a las coces contra el aguijón que esta tropa de izquieredistas reacionarios no se cansa de propinar.

Sería interesante saber, escribí, cuántos de los aspirantes a ocupar la sede de la Comunidad madrileña han traspasado en alguna ocasión la preciosa portada barroca del Museo de Historia de Madrid, al pie de la estación de Metro Tribunal.

Allí se habrían enterado de que la Real Casa de Correos, ese es el nombre de la sede actual del gobierno autónomo de Madrid, se levantó sobre unos planos que Ventura Rodríguez terminó en 1760 para dotar a la capital de las instalaciones precisas con que atender el correo postal. Proyectada por consejo del marqués de la Ensenada a Fernando VI, comenzó a edificarse ya bajo el reinado de Carlos III.

Al cabo de unas décadas, el edificio quedó pequeño para atender los carruajes que transportaban las sacas de toda España, y se construyó detrás la llamada Real Casa de Postas, que hoy ocupan diversos servicios de la Comunidad.

La Historia ni se detiene ni marcha hacia atrás; la Casa de Postas se convirtió al cabo de años en el Cuartel de Zaragoza, y durante la segunda república, en sede de la Guardia de Asalto.

Antes, a raíz del motín de Esquilache, el edificio principal, la Real Casa de Correos albergó un cuerpo militar para asegurar el orden en el centro de la capital.

Ya medidado el siglo XIX se convirtió en la sede del Ministerio de Gobernación, manteniendo en su planta baja la Oficina Central de Correos. Y en 1866 Isabel II inauguró el “Reloj de Gobernación”, que así se llamó el que hoy marca la llegada de un nuevo año.

El 12 de noviembre de 1912 acogió el cuerpo inerte de José Canalejas, presidente del Consejo asesinado a pocos metros mientras escudriñaba el escaparate de la librería San Martín, local hoy convertido en zapatería.

Pasados los años, una guerra civil y cuarenta años más, la DGS del régimen franquista, con sus oscuros calabozos efectivamene, fue desalojada en 1985 de lo que había sido su sede. En diciembre de aquel año el primer y único socialista presidente de la Comunidad de Madrid, el  cántabro Joaquín Leguina, izó en el balcón central del edificio adquirido al Ministerio del Interior la bandera de las siete estrellas blancas de cinco puntas, diseñada por Cruz Novillo a partir del extenso informe historiográfico de Santiago Amón.

Siete reinados, dos repúblicas, dos guerras civiles y otro par de dictaduras han confluido en el medio siglo de democracia que pronto celebraremos a pesar de la progresía reaccionaria al mando. ¿Dónde detener este estéril rediseño del pasado?

Las huellas impresas por las cuatro generaciones de españoles que desde 1940 han labrado nuestra realidad no se borran con decretos, ni leyes siquiera. ¿De qué demonios hablan? porque, ya puestos, podríamos remontarnos hasta los golpes de 1933 contra la república y, por qué no, hasta la irrupción en el siglo XVI del palacio de Carlos V entre los nazaríes de la Alhambra granadina.

Y qué decir de la acumulación de funciones y estilos de la actual Mezquita-Catedral de Córdoba. Levantada sobre los restos de la Basílica de San Vicente, durante más de medio milenio deambuló entre las fes cristiana y musulmana, y sus trazas pasaron del prerrománico al barroco a través del omeya, el gótico y el renacentista.

En fin, vayamos a lo nuestro, que las causas perdidas son las únicas por las que vale la pena luchar.

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Posted martes, noviembre 26th, 2024 under Política.

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