Muchos se preguntan dónde diantres anda Zapatero, aquel presidente español que se embarcó en las elecciones venezolanas al frente del Grupo de Puebla. Celebradas éstas, dos de los más conspicuos miembros de esos amigos de Maduro han pedido explicaciones al sátrapa.
No piden la luna, como tantos otros en medio mundo; sólo datos certificados de las mesas electorales. Pero Zapatero ha guardado silencio; quizá no necesite datos, quizá conozca al detalle cómo perdieron los suyos, quizás esté recomponiendo su estatus en aquel paraíso caribeño, quizá…
Ante mudez tal, Joaquín Leguina se pegunta: “¿Por qué hace esto Zapatero? ¿Por dinero? Quizá sea ese motivo el menos denigrante; las demás explicaciones nos llevarían a pensar que Zapatero es imbécil.”
Leguina conoce bien a su compañero de partido durante tantos años, hasta que el sanchismo, harto de oír y leer tantas verdades del barquero, fulminara el medio siglo de militancia del cántabro, primer presidente socialista de la Comunidad de Madrid.
Pero además de la del dinero o la imbecilidad cabría manejar una tercera hipótesis. Tal vez ZP esté esperando que los compromisarios y presidentes de las mesas, secuestrados por la policía y fuerzas maduras de choque, recompongan las actas firmadas al término de la jornada electoral. ¿Para qué si no los centenares de detenciones y desaparecidos?
En un país gobernado por el oro del narco, sobreponerse a la tentación requiere tanto patriotismo como el preciso para resistir las torturas. Por el momento no parece que esté resultando sencilla la destrucción de pruebas del golpe de Maduro. Pero en una semana caben tantos atropellos, que a saber. ¿Irá por ahí la explicación del silencio de nuestro expresidente?
La resistencia a dejar el poder es universal. Aquí estamos viviendo la apoteosis con un primer ministro que con el dinero de todos paga a unos pocos, los que necesita para seguir donde los votos no le pusieron. Lo de aquí es el caso de una de tantas demencias como la ciencia tiene registradas. Lo del bolivariano es pura reacción ante el futuro que le espera tras el juicio inapelable de la corte internacional por los crímenes cometidos contra su pueblo.
“En política se puede hacer de todo, salvo el ridículo”. La sentencia de Tarradellas parece dirigida a Zapatero. Pero ni caso, mientras aparecen las nuevas actas de las elecciones venezolanas sigue dándole vueltas a que la tierra sólo es del viento y que su vocación es la de contador de nubes.
En fin, sic transit gloria mund1. O como el siervo recordaba a su señor en la Roma de los césares: memento mori.