Sandiós, es un no parar. El bien hablar ha terminado cayendo en este inexorable proceso de pérdidas que estamos sufriendo. Insultos y bobadas son la argamasa de la nueva política, la de estos últimos tiempos, vamos.
Presumimos que lo nuevo suele conllevar cualquier tipo de bondades. Un nuevo teléfono debería ser aún más inteligente que el que llevas en el bolsillo, en el nuevo televisor los colores superan a la naturaleza, y la lavadora nueva te sirve la ropa ya planchada. Pero nuestra nueva política parece regurgitada desde el averno guerracivilista de años olvidados para la inmensa mayoría de conciudadanos, cuando no desconocidos.
Ayer mismo oímos a una portavoz sanchista que lo que la financiación singular para Cataluña viene obligada porque era una promesa electoral. Toma castañas: las promesas electorales como fuente de derecho. ¿Y qué hacer con los abalorios que los partidos ofrecen en las campañas para conquistar electores? Los indios de las películas del lejano oeste picaban un par de veces, pero a la tercera reclamaban el wínchester con que los blancos les esquilmaban.
Es lo del cupo como el vasco, mañana el referéndum, pero al final siempre sale la independencia. ¿Qué mal les habremos hecho para que quieran irse de casa? Y mira que les resulta cómodo Sánchez para seguir con sus ensoñaciones…
Lo que pasa es que han descubierto que el trilero siempre les engaña, ocultando entre los dedos la bolita con que les encandiló. ¿Queréis amnistía?, ahí la tenéis. Pero la ley es tan mala que no habrá amnistía. ¿Cupo como los vascos?, pues financiación singular… para que hasta los barones socialistas pongan pie en pared y de lo anunciado no haya nada. Y así todas.
El horizonte se ilumina con imágenes como la del “saco de mierda” con que el ministro del ramo felón aherroja en su checa particular a un disidente. Tenga o no merecida una colleja, el que pregunta siempre tiene razón, sr. ministro, y usted, el deber de responder.
O como la bravuconada del demediado titular del ministerio que antaño se ocupaba de las relaciones exteriores y hoy pasea por el pasillo de la Escuela Diplomática sentenciando “ese, al sótano”, con desparpajo propio de aquel venezolano, el del” exprópiese”, que tanto bienestar ha procurado a sus súbditos.
Por cierto, lo que condenó al sótano es el retrato oficial del fundador del centro formador de los diplomáticos españoles, el Conde de Jordana. Seguro que no tiene idea del papel que jugó aquí durante la II Guerra Mundial. Que lo estudie y sabrá algo más de cómo dio media vuelta a la política de su predecesor, Serrano Suñer, respecto del holocausto. ¡Ay con la Memoria!
Y aquello del ministro Urtasun, el de los toros sí, llamando medio lustro a los veinticinco años transcurridos desde la falta de Gloria Fuertes. O lo de la portavoz Alegría, candidata a uno de los sillones que un día u otro quedaran vacantes en la RAE, hablando de las manifestaciones que se “producieron”, o de los “insultos y soeces”… ¿En que país estamos?
En fin, como dejó dicho uno de los fundadores de la unión europea, “todos los órganos humanos se cansan alguna vez, excepto la lengua”. Era Adenauer, Konrad, un hombre sabio.