Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional… y tres años más tarde cerraba la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, hoy calificada como la quinta mejor del mundo en el ranking de Shanghái.
Creada en 1802, aquel felón vio en ella un nido de liberales a exterminar y se dio la vuelta por donde vino. El actual sólo ha necesitado unos meses para desandar la senda constitucional y trepar hasta el poder con el fardo de la amnistía por la escalera prestada por los delincuentes catalanes.
Y así comienza el nudo del presente drama, o comedia; incluso tragedia, quizá para algunos. Olvidó, tal vez nunca supo, de aquella sentencia con la que los romanos despacharon a los asesinos de Viriato: Roma no paga traidores.
No queda una instancia respetable, pública o privada, que no haya descalificado el proyecto salvador de tantas responsabilidades, civiles y penales, de delincuentes concretos, con nombres y apellidos precisos, juzgados o por juzgar. Todos lo denuncian como anticonstitucional, arbitraria y otras lindezas; magistrados, fiscales, letrados de las cámaras, círculos ciudadanos… en fin, el país que piensa y sabe escribir.
Por otro lado, los beneficiarios de tal medida de gracia se regodean en la debilidad del mantenido sobre la escalera que comienza a perder peldaños. La refriega entre quienes se juegan el ser ante las elecciones cercanas puede terminar dando con los huesos de Sánchez en el suelo, por útil que les esté siendo a unos y otros.
El caso es que la gran apuesta, el órdago gubernamental con que arrasar en la legislatura presente, no está sirviendo para allanar nada, ni comprender, ni pacificar. Los delitos pasados se anuncian como promesas, banderas para el reenganche, desiderata a satisfacer en el valhalla del nuevo estado independiente.
El forajido se acercó a la frontera para reclamar lo suyo y probar cuán escaso de valor anda. Con la unidad o sin ella de todos los golpistas, Puigdemont se revistió de rey carlista tipo Carlos VII, con un Pujol demediado a sus pies, para anunciar que volverá si gana las elecciones, con amnistía o sin ella, y proclamar su legitimidad ante un millar de romeros. Sin boina ni barretina rojas, pero eso sí, con el pelo recién cortado.
Todo esto se parece cada ves más a la corte de los milagros de los Torre-Mellada, la reina Isabel, el espadón y demás personajes valleinclanescos. Aunque los requiebros y chanzas de antaño háyanse trocado ogaño en lindezas y baldones sin puñetera gracia.
Cada día menos transitada por quienes deberían no salirse de sus límites, por la senda constitucional comienzan a despuntar yerbajos que picotean los pájaros de mal agüero. No es nada nuevo; cuando las cosas no se cuidan, se arruinan.