Cómo denominar el último escándalo, a quién otorgarle el mérito de la tropelía cometida en tiempos de luto, muertes, y silenciados por un Estado de Alarma. Atribuírselo al tal Koldo es una broma. Alguien tuvo que empoderarlo para traspasar la puerta de un puticlub navarro y aterrizar en el ministerio de Fomento.
¿Ay Cerdán, Cerdán, qué viste en el morrosko para traértelo a Madrid? Aquí le pusiste a custodiar los 57.000 avales con los que Sánchez recuperó el mando del partido, primavera del 2014. El propio césar lo cuenta en sus últimas memorias: «Las dos noches anteriores, Koldo, un miembro de la candidatura, se quedó a dormir en la oficina para custodiarlos”. (Por cierto, lo que no cuenta es que el partido le anuló 4.000; de trampa en trampa, siempre la mentira por bandera.)
Hecho con el poder, Sánchez encarga a Ábalos la Secretaría de Organización, con Cerdán de segundo. Y cuando manda a Ábalos al ministerio de mayor presupuesto, suele ocurrir en el PSOE, Cerdán le vende los servicios de su asistente.
¿Caso Koldo? ¿Caso Cerdán? ¿Caso Ávalos? ¿No será el Caso Sánchez?
Dejando de lado las peculiaridades del personaje, hay que tener valor para meter en dos consejos a un sujeto condenado por dispensar mamporros, ayuno de toda cualificación para menesteres más serios que el de vigilante nocturno de unas papeletas, o porteador de las pesadas maletas que Delcy transportaba con el oro venezolano destinado a… ¿Irán?
La nocturnidad, de noche todos los gatos son pardos, es la llave maestra de los sinvergüenzas. Y así, en la sombra del jefe de Organización del partido y todopoderoso ministro sanchista, se monta una trama malversadora de fondos públicos.
Credenciales, sobradas. Comenzando por las de su introductor en las entrañas del partido, el actual secretario de Organización que hoy trafica el futuro del país con Puigdemont. Siguiendo por las del ministro de ancho presupuesto que pasaba al partido las cuentas personales de gastos que no podía evacuar en su propio ministerio. Y terminando por el gran jefe que le menta en sus memorias y pone al aizcolari como ejemplo de la militancia.
Algunos de los participantes en el escándalo han mejorado de estatus gracias al favor del que manda; es el caso de la tercera autoridad del Estado en el día de hoy, y en el año 2020 pagadora de mascarillas averiadas que aún continúan en sus cajas. La señora Armengol tuvo en el año 2014 la habilidad de dejar plantado a Patxi López para poner sus votos a disposición de Sánchez, y en el año 2020 colaborar con la trama comprando y pagando mascarillas inservibles que aún siguen en un sótano.
De momento, los golfos apandadores siguen tan frescos, y los beneficiarios, en sus dorados acomodos. La fiscalía general tratará, más creativa que nunca, de cortocircuitar la extensión de la tropelía, pobre Koldo.
Joder qué tropa, como dijo Romanones.
Pero, más allá de la dimensión penal, es te escándalo tiene alas para volar muy alto, quizá tanto como aquel otro, el del Straperlo, que durante la segunda república se cargó a finales de 1935 el gobierno Lerroux-Gil Robles.
¿Caso Koldo, o Caso Sánchez?