Claro que es asombroso el deleznable comportamiento de la vicaría catalana del partido socialista que regenta el exministro Illa, el de la covid, sí. Pero no tanto como el de su presidente, tocata y fuga ante el asesinato de dos guardias civiles. Su smoking en la gala cinematográfica era patético frente al dolor de los bien nacidos, aturdidos por tal vesania.
Como insólito resultan tanto los esfuerzos del sanchismo para volver a montar otro Frankenstein con los nacionalistas galaicos y quién necesite, como los de Abascal colaborando sin vergüenza en ese mismo empeño.
Y hablando de la misma campaña, qué decir de la pretensión de ese muñeco roto que atendía por Yoyo, ahora empeñada en volar a Palestina para ella quizá sepa para qué. Su colega Albares le ha quitado las llaves del Falcon argumentando que ya estuvo allí el presidente para proclamar que Sánchez es muy valiente (tal cual).
Tales tontunas muestran el vuelo raso en que, querámoslo o no, estamos embarcados. Por eso, de vez en cuando conviene levantar la vista hacia cuestiones sustanciales. El Rey puso ayer la atención y la palabra sobre una de rigurosa actualidad: la independencia judicial dentro de la separación de poderes que define al Estado de derecho.
Entregaba los despachos a la 72ª promoción de la carrera judicial, 119 mujeres y 41 hombres, en Barcelona, y entre otras cosas, don Felipe dijo:
“Sois, en definitiva, la mejor expresión de que los jueces y juezas que prepara la Escuela son los que formula la Constitución: independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley. Y, como norma fundamental del Estado, es esa misma Constitución la que se erige desde este momento en criterio rector y guía de todas y cada una de vuestras decisiones.
Ella no es solo el origen de nuestro sistema de libertades, sino marco de convivencia entre españoles, clave de la estabilidad y prosperidad del país y, especialmente, garantía de los valores supremos de una sociedad libre, entre los que figura la justicia.
Ya en su Art.1º la Constitución establece que España se constituye como un Estado Social y Democrático de Derecho que propugna la justicia —junto a la libertad, la igualdad y el pluralismo político— como uno de los valores superiores de nuestro ordenamiento jurídico. Porque sin justicia, y sobre todo sin una Justicia independiente, no existiría verdaderamente el concepto de una comunidad política democrática.
Preservar ese Estado Social y Democrático de Derecho que proclama nuestra Constitución será por tanto vuestra principal obligación. Su conquista fue una aspiración largamente anhelada por los españoles y su plena vigencia es imprescindible para nuestro desarrollo económico y social, porque únicamente a través del Estado de Derecho ─en el que los poderes públicos se ven sometidos al imperio de la ley─ encuentran los ciudadanos la garantía de sus libertades.
Por esa razón el Poder Judicial es pieza clave en la arquitectura institucional diseñada por los constituyentes, sabedores de que la función de juzgar y ejecutar lo juzgado ─atribuida en exclusiva a un poder del Estado independiente y plenamente separado de los demás poderes—, el respeto a las resoluciones dictadas por los órganos judiciales y la igualdad de todos ante la ley son condiciones indispensables en una democracia.”
Esto es importante. Que el Rey fuera o no recibido por el presidente de la Generalitat, una simple anécdota. Reveladora, eso sí, de la estulticia del secesionista que ayer compartió con el alcalde de la ciudad condal, socialista. Por cierto, mal anda este llamado partido de gobierno.