El país no está para esperpentos, demasiados desconchones sufre como para dedicarnos a sacar brillo a lo más grotesco de la actualidad. Quienes fungen como políticos prefieren divertirse en las batuecas, generar chuscas situaciones o fingir apuros en vez de atender a lo perentorio; es decir, a todo un mundo pendiente de remedio tal y como lo está dejando el gabinete bonito.
Parece como si estuviera en riesgo el ser de la nación por los problemas de una ignara ministra podemita incapaz, entre todo lo demás, de devolver la confianza en su libertad a las víctimas, tras los abusos sufridos, del sí es sí. La excarcelación de un depredador sexual es un desatino culposo, merecedor del ostracismo de su responsable, y edecanes múltiples.
Pero sin duda, el excarcelamiento y posterior eliminación del delito de sedición, el retoque del de malversación y demás cruces que luce en sus pecheras la tropa golpista catalana, es asunto de relevancia real para la nación. Sin embargo, su responsable ahí sigue, tan campante.
Su política no apacigua, simplemente le oxigena para pervivir, incluso a costa de sufragar los gastos de creación de la república catalana que constan en los presupuestos con su complicidad aprobados esta semana.
Decencia, señor primer ministro, decencia.
Resistirse a corregir la aberración de los cambios a la carta de género desde la pubertad ofrece pasto suficiente para distraer la atención sobre el drama real al que esas personas se enfrentarán al buscar un trabajo con el que poder vivir. Pero entre tanto,…
La división entre sanchistas y podemitas en el seno del frankenstein gubernamental es el esperpento valleinclanesco que les faltaba protagonizar. Es lo natural cuando el jefe del clan ha hipotecado su libertad para mantenerse en pie; hipoteca que tuvo que extender para cubrir su escaso peso en el Congreso con los peores agentes del mercado. Sí lo peor: exterroristas, golpistas y chupasangres de diverso pelaje.
Además de decencia, huérfanos de dignidad.
Que desde la ultra derecha parlamentaria se juegue a romper la legislatura llevando como mascarón de proa a un vetusto profesor, exdiputado comunista, exconcejal comunista, militante de cuatro partidos, desde el PCE hasta el CDS pasando por la FP e IU, es chusco, parece una broma. Pero no es tiempo de bromas.
Que el ilustre profesor y académico de la de Ciencias Morales y Políticas se preste a ello, para darse el gusto de perorar en el Congreso durante alguna hora y salir con el rabo entre las piernas, contribuirá a degradar la política y abanicar al censurado cuando está achicharrado en vísperas electorales.
Decencia, señores de VOX, y un poco de decoro, profesor Tamames.
Este escrito iba a estar dirigido a la ausencia de dignidad con que sus responsables están viviendo la muerte de un partido nacido en el presente siglo, con objetivos más nobles de lo que sus dirigentes han sido capaces de defender. Dejémoslo ahí.
Dignidad señores y señoras, dignidad por favor.