Desde lejos las cosas se ven mejor, o diferentes al menos. Tenemos tan gastada la capacidad de valorar, comprender, que sólo desde cierta distancia se aprecia el conjunto de lo que pasa. Hipermétropes estamos.
La sabiduría popular cinceló aquello de que los árboles no dejan ver el bosque. Desde República Dominicana, por ejemplo, resultan fútiles los motivos de pelea en que se enzarzan algunos ante las elecciones locales próximas. Y no acaba de comprenderse el atrevimiento de los mentirosos, los pusilánimes, los machistas -de pretender ser más macho que el otro-, en fin, de la fauna nacional que cursa carreras políticas.
Cuando el país está hecho unos zorros, cómo puede perderse el tiempo en enredos y rifi-rafes como si esto fuera una linda kermesse?
Parece como si las gentes con talento probado se hubiera tomado vacaciones. Y sabido es que la masa sin levadura no hace pan, que es lo que hoy muchos necesitan.
Váyanse por donde vinieron los arbitristas que han jodido el país, y pídannos perdón quienes calientan los ánimos con cataplasmas rancias. No saben lo ridículos que resultan vistos desde aquí, fuera del ruedo. Ibérico.