“Señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros” dicho lo cual, don Estanislao Figueras, primer presidente de la primera república, salió del Consejo y aquella misma noche tomó el expreso que le condujo hasta París donde vivió exiliado poco más de un año.
Y así el federalista Francisco Pi y Margall ocupó la presidencia el 1 de junio de aquel año de 1873, de la que dimitió al cabo de un mes y diecisiete días. La tercera guerra carlista y el Cantón de Cartagena le hicieron imposible la vida.
Su sucesor aún dispuso de un mandato más breve: mes y medio fue lo que duró don Nicolás Salmerón hasta dar paso al liberal don Emilio Castelar. La guerra carlista, el cantonalismo y el enfrentamiento con los Estados Unidos en Cuba dieron al traste con la presidencia del mejor orador parlamentario en la historia española.
Valgan de muestra estos párrafos de un debate frente al carlista Monterola sobre la cuestión religiosa en las Constituyentes de 1869: “¡Grande es Dios en el Sinaí: el trueno le precede y el rayo le acompaña, la luz le envuelve, la tierra tiembla, los montes se desgajan; pero hay un Dios más grande, más grande, todavía, que no es el majestuoso Dios del Sinaí, sino el humilde Dios del Calvario, clavado en una cruz, herido, “yerto”, coronado de espinas, con la hiel en los labios y, sin embargo, diciendo: Padre mío, perdónalos…! Grande es la religión del poder, pero es más grande la religión del amor; grande es la religión de la justicia implacable, pero es más grande la religión del perdón misericordioso; y yo, en nombre del Evangelio, vengo aquí a pedirles que escribáis en vuestro Código fundamental la libertad religiosa, es decir, libertad, fraternidad e igualdad entre todos los hombres…”
El general Pavía puso fin a su presidencia, volviendo a la primera república, cuyo gobierno terminó ejerciendo el Serrano, hasta el pronunciamiento de Martínez Campos.
Si en poco más de un año cayó todo un régimen político ¿qué no puede suceder en un partido? No llegó a la década el que Rivera fundó en Cataluña. La criatura de Iglesias Turrión no muestra mejores trazas. Pero ahora, es en el Popular donde sus responsables están poniendo empeño en cargarse la única alternativa que representan frente al peor gobierno de nuestra democracia, que tras sus derrotas recientes está en la gloria ante el espectáculo autodestructivo que asombra hoy a propios y extraños.
En fin… la Historia, sin adjetivos, la limpia, debería ser tomada en serio; y hacerse acreedores del honor que tal función comporta quienes tienen la responsabilidad de representar a millones de ciudadanos.