Espectacular. Lo de Mi Persona jugando a “te la llevas” con sus dos vicepresidentas principales es digno de un autor de fuste para inmortalizar los aconteceres en torno a la ley laboral. Alguien del nivel del romano Tito Livio, o tal vez algún personaje discreto, si es que hoy lo hubiera, como el anónimo autor de El Cantar de Mio Cid.
Claro que, pensándolo un poco más, quizá lo más propio sería encargar una película a Santiago Segura, como versión definitiva de la saga de los Torrente, sublimación del truhan anidado entre los pliegues de la España más cutre. Porque lo del personaje que habita en la Moncloa pertenece más bien a este género que al heroico de tiempos imperiales.
Lo de la derogación, modernización, contrarreforma, ajuste y cuanto lo que seguirá saliendo porque esto no ha concluido -al tiempo- es una de las más espesas cortinas de humo con que el sanchismo trata de confundir los perfiles más afilados de la realidad que le tiene atosigado, a ellos y a la gente que sobrevive embarcada en una nave a la deriva de los acontecimientos. Sí, la misma gente de que hablaba aquel que se cortó la coleta tras su salida del teatrillo.
Como ha dicho Garamendi, el empresario, parte involucrada en la legislación laboral, la contrarreforma se ha convertido en un trofeo político entre los dos sectores de la coalición sanchista-comunista. Y para darle la razón, Yo-Yo, blandía hoy mismo, apenas pocas horas después de la anunciada conciliación celebrada bajo la mirada del presidente, la bandera de la derogación, un éxito más en su haber como el salario mínimo o la subida de impuestos.
Cualquier ciudadano de ánimo paciente, curtido tras la contemplación de tantos dislates en los cuadros de mando de la superestructura política, diría algo así como “ya basta” o, subiendo de tono, “váyanse ustedes a paseo”. Y es que no merece más todo cuanto está sucediendo.
Estar a merced de los artificios de un sujeto con más caras que un saco de monedas comporta estas consecuencias. Un truhan frívolo, capaz de mal leer un guion para mostrar a los ciudadanos de la villa cántabra de Laredo sus condolencias por un crimen sufrido por los riojanos de Lardero. ¿Por qué? porque le importa un bledo cuanto le rodea, siempre que no comprometa directamente a Su Persona.
Mientras, en la otra orilla -la orilla blanca, la orilla negra que cantaba Iva Zanicchi– se están hartando sus huestes, atónitas ante el gatuperio montado por el control de la llave capitalina.
Así, ¿dónde puede crecer la esperanza?