No fue la colada de lava que destruye la vida por las laderas de la otrora Isla Bonita. Tampoco el descubierto en las cuentas públicas que dejamos a quienes nos han de suceder; ni el impacto que en ese ya lamentable estado supondrá la receta improvisada por el sanchismo para que los precios de la luz y el gas no arruinen su cosecha de votos. Mucho menos, aún, cómo facilitar empleo a los millones de ciudadanos sin trabajo que viven entre nosotros. Nada de ello ocupó ayer a nuestro Parlamento. El Congreso vivió una tensa jornada, minutos de suspensión incluidos, porque un diputado llamó “bruja” a una diputada. Eso fue todo.
En esas andan en la cámara depositaria de la soberanía nacional, eso que reside en el pueblo español. Notables excepciones claro que las hay, pero la mayoría, la masa de nuestros apoderados allí reunidos, roza lo deleznable. En una democracia pocas misiones más nobles caben ser encomendadas a sus ciudadanos; no parece que sean conscientes de ello.
Aquello de que todo pueblo tiene el gobierno que se merece es tan antiguo como la Biblia; de hecho, así está escrito en el Eclesiastés. Muchos siglos más tarde Malraux, un hombre vivido en mil experiencias por todo el mundo, dio un giro curioso a la sentencia: “no es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen”.
Triste punto de vista el del francés que organizó la aviación republicana durante nuestra guerra civil.
En cualquier caso, resulta duro cargar con este estigma sin ver una salida cierta antes de que, más que de lava, la colada de estupideces sin freno asole las capacidades de una sociedad aturdida víctima entre tanta imagen falseada de su propio ser y de experimentos fracasados por doquier.
Los gobernantes que unos dicen que nos merecemos, y otros que son como nosotros somos, parecen ajenos a lo realmente importante porque, lisa y llanamente, están a lo suyo; a acaparar todo el tiempo necesario para… ¿realmente saben para qué, lo irán descubriendo sobre el camino, se pondrán de acuerdo entre sí tales hijos de extraños vecinos?
No, estos nada tienen que ver con aquellos reyes de León que se perdían cazando corzos y jabalíes por la región de Babia. Aquí no andan distraídos; no están en Babia.
Quienes están en esa extravagante situación son quienes les confirieron sus poderes. Gandhi dejó dicho algo así como que si hay un idiota en el poder, quienes lo eligieron están bien representados. Y Mahatma era un hombre sabio.