Además de la amnistía y la autodeterminación, el tal Aragonés que funge de presidente del gobierno autonómico catalán, le plantó a Sánchez un ultimátum: el final de la represión.
La repressió. El dialogo entre iguales, de gobierno a gobierno, de presidente a presidente, de España a Cataluña…, nada de todo eso será posible si continúa la repressió; mientras los golpistas huidos no puedan volver, mientras haya multas por pagar y leyes por cumplir, no habrá nada de qué hablar.
Día a día va descubriéndose la tramoya de la puesta en escena de la farsa monclovita. Cómo no tildar de farsa el montaje de dos individuos sin más apoyos y avales que los de su propia camada. Qué denominación merece el hecho de hurtar al Congreso cualquier debate sobre el ser la Nación para jugárselo en una mesa.
El caso es que Sánchez gana cuatro meses, un largo verano, de prórroga en su caduco mandato, cumpliendo y haciendo cumplir las exigencias de su interlocutor que habla por la boca de un tal Aragonés. Junqueras puso el indulto como condición previa a cualquier otra cosa. Para comenzar a hablar, el perdón del Estado represor.
No creerán ustedes que Mi Persona osara plantear algo tan lógico como que el indulto podría ser una de las primeras medidas adoptadas en la mesa de diálogo, ¡quia! Incluso se lo pudo ilustrar con la imagen de lo de poner el carro delante de los bueyes, pero para qué. Si de lo que se trata es de tirar pa’lante, ganar meses mientras llega el maná de los fondos europeos.
Y así, contraviniendo leyes, juramentos y dictámenes el falsario doctor concedió los indultos.
Pero, ah, el golpismo acarreaba otras penas complementarias a la de cárcel, como la inhabilitación para el ejercicio de funciones públicas, y además había otros asaltantes a los fondos públicos a los que el Tribunal de Cuentas reclama lo distraído, y en Bruselas aquel Puigdemont … en fin: amnistía. A ver cómo se las arregla usted, pero sin amnistía…
Entonces dejemos la mesa de dialogo entre iguales, de gobierno a gobierno, de España a Cataluña, etc., para finales de septiembre. Pero entre tanto, final de la repressió. Pocos dineros habrán gastado mejor estos afanadores provincianos que en alegrarle la vida a Boriss, el letón socialista portador del libelo que presentó en Estrasburgo a la asamblea del Consejo de Europa sobre la represión que sufren los catalanes.
El diálogo entre iguales va por buen camino: uno y otro acabarán estapinándose contra el muro de la imponente realidad de un Estado de derecho. Unos y otros caerán en el olvido con la misma urgencia que las pesadillas se desvanecen en la memoria de quienes las han sufrido. Al tiempo.