Convertir el Congreso de los Diputados en una tertulia más, televisiva o radiofónica, es la última aportación del sanchismo al asalto a las instituciones. Mientras, personas con cosas que decir, como el expresidente González, ha de hacerlo en “El Hormiguero”.
Chirría ver a un sinvergüenza, chantajista y tantas cosas más que rodean al villano excomisario, sentarse a la mesa de comparecientes en una sala del templo de la soberanía nacional. Ese sujeto no tiene el pase necesario para ser atendido por sus señorías.
Como el presidente del ejecutivo, miente cada vez que habla. A ambos les importa un bledo lo que dejaron dicho sobre cualquier asunto; sus palabras sólo responden a sus inmediatos intereses.
En fin, ese funcionario que se cobraba sobresueldos de quienes quisieron saber lo que a primera vista no se ve, que vulneraba leyes, reglamentos y la ética más elemental, donde tiene que explicarse es ante los jueces respondiendo a los fiscales. El poder legislativo no está para esos menesteres; lo suyo es elaborar las leyes que el judicial aplica al delincuente.
Pero el circo continuó en otra sala, donde el adjunto a Mi Persona concurrió en su calidad de secretario de la Comisión de Seguridad Nacional. El caso de Redondo estaba plenamente justificado, nada que ver con Villarejo, pero ya sus primeras palabras auguraban un tono insólito en un compareciente ajeno a la Cámara: “Soy consciente de la importancia de mis palabras y de mis silencios”. Toma ya.
El personaje añadió en otro momento que podían tratarlo como asesor o como político, cuando allí no estaba ni como una cosa ni como la otra; era un funcionario nombrado, de forma irregular según el TC, para informar de los trabajos de la citada Comisión. Y algo dijo de ello, como la próxima Agencia Espacial Española.
Pero cayó en el disparate de tratar a sus señorías como pacientes necesitados de cura y consejos. A uno le asestó el comentario que “su mitin ha sido malo”, a otro que “hay que prepararse mejor las cosas” y comentó a un tercero que le había visto flojo. ¿Estará buscando nueva clientela?
Entre tertulianos caben informalidades como las apuntadas, pero el Congreso es mucho más que un set de televisión o una cabina radiofónica; sus miembros representan al conjunto del pueblo, y el compareciente no representaba a nadie.
La chulesca presencia de Redondo les ha servido para enterarse de que “España necesita un poquito de estabilidad y este presidente se la va a dar”. Y que “un asesor se tira a un barranco por su presidente. Yo me tiro por él. Ahí estaré con él hasta el final”.
Fidelidad absoluta, devotio ibérica.
Hablando en serio: él y su presidente son muy libres de tirarse por un barranco; lo malo es que nos lleven tras ellos.