Posiblemente lo de la transparencia en las cuentas públicas sea el proyecto más oportuno para disolver la corrupción instalada en demasiados centros de poder. Cierto es que no todo en la vida pública lo son las cuentas; hay cuestiones como la prevaricación, el cohecho o la violación de derechos que cursan por otros cauces, aunque circunstancias haya en que confluyen en un mismo escenario. Pero no es mala cosa comenzar por el buen uso de los dineros públicos, o sea, de nuestros impuestos. Incluso en vísperas de un par de comicios regionales en los que a las diversas oposiciones gustaría ver a los que gobiernan quietos como Tancredos.
La futura ley constituye un hito dentro de la incontinencia legislativa que desde antiguo viene lastrando los cuerpos normativos del país. Como también lo es el hecho de abrir durante quince días el proyecto a sugerencias de los ciudadanos.
Esta especie de bocanada de aire freso fue presentada de forma peculiar por la televisión pública, institución que entre todos pagamos y que la próxima semana tratará de llevar el país a la huelga. Y es que la síntesis del proyecto sobre la transparencia fue complementada con dos crónicas desde sendos países, Alemania y el Reino Unido donde, según los corresponsales, leyes similares apenas han servido para nada. Fue un extraño ejercicio de hacer patria subiendo la moral de la peña.
Si de lo que se trata es de ahondar en el desespero del personal, nada más pertinente que devaluar de entrada la mercancía, no sea que los andaluces caigan encuenta… Pero si quienes allí siguen mandando quisieran ofrecer alguna luz nueva sobre la noticia podrían, por ejemplo, haber mostrado cómo corren paralelos los índices internacionales de percepción de la corrupción y el de transparencia.
En ellos figura España entre los puestos 31 y 30; en los dos países en los que, según el telediario las cosas siguen más o menos igual, están bastante mejor, entre los puestos 14 y 20. Y otros dotados de leyes semejantes, como los nórdicos, Suiza y Canadá, figuran entre los diez primeros.
Siendo la transparencia clave para la confianza de los inversores cabría esperar de los sindicatos una bienvenida calurosa, por lo de comenzar a crear empleo; pues no. Sus jefes políticos tampoco se excedieron; los comunistas siguen en otra, y los socialistas se limitaron a pedir que entre la transparencia se incluyan también las ventas de armamento al exterior. Tema éste no menor habida cuenta de que a 31 de diciembre éramos el séptimo país vendedor del mundo, después de que durante el gobierno socialista la venta de armamento se haya multiplicado por ocho.
En fin, la reforma de cada semana. Si como Rubalcaba decía Rajoy no llega a tener programa…