Aplauden como si la faena hubiera sido brillante y no un atropello parlamentario. El sanchismo ya tiene sus presupuestos para seguir taladrando el casco de la nave nacional. Verán al cabo de seis meses que la pasta con que han engrasado a los dos sindicatos políticos no será suficiente para acallar manifestaciones pidiendo pan.
El estado de alerta con el que el sanchismo tiene confinada la vida ciudadana le va a dar un respiro durante unos meses, pero los bancos no van a tener de dónde sacar.
Me refiero a los bancos de alimentos, a Cáritas y demás instituciones que hoy mantienen el aliento de un par de millones de españoles y allegados. Por cierto ¿dónde están las sanchistas, podemitas, golpistas, filoterroristas, y las de los territorios forales, dónde están que no se las ve?
A lo que el sanchismo y sus cómplices destinan sus mejores esfuerzos es a suministrar opiáceos para que la gente no despierte a la realidad.
Y así alancean a una infumable tropa de retirados militares que en su chat dicen barbaridades propias de rufianes, mientras callan ante estupideces como la que el español deje de ser también la lengua oficial en las instituciones centrales del Estado. Y esto no lo escriben en un chat de viejos calentados por tantas tropelías, no; lo hace con una proposición de Ley la muchachada de los Iglesias y sus descamisados periféricos. La socialdemocracia calla viendo al sanchismo mirar para otro lado.
Aquí, con los allegados. Mientras otros países ponen en pie todo lo preciso para la esperada vacunación, unos disponiendo cabinas, otros probando la capacidad de las farmacias, aquí el personal resuelve el sudoku con que el sanchismo trata la pandemia introduciendo una nueva clave: los allegados. Eso se llama atar la mosca por el rabo.
La de la ley orgánica para reformar la ley orgánica de Educación -expresivo título de una ley- es todo un manual para el fomento del proletariado en Cataluña y parte de la comunidad vasca, donde el español será perseguido con la misma saña con que lo hicieron los vencedores tras una guerra civil. La diferencia está en que ahora, el sanchismo se calza el proceso sin necesidad de guerra. Bien por la Celaá.
Y como TVE está que se sale, la administradora única, o sea Redondo, mete el euskera en el único canal que emite en español en las vascongadas.
Esto no hay por donde cogerlo. De chapuza en chapuza hasta la destrucción final.