“A cada pavo le llega su Nochebuena”, dicen en Colombia, y Cervantes escribió en El Quijote “Su San Martín se le llegará como a cada puerco”. Pero no ha tenido que esperar al 24 de diciembre ni siquiera al 11 de noviembre, al vicepresidente Iglesias le ha caído encima la del pulpo en vísperas de la fiesta nacional del 12 de octubre. Lo cual para Sánchez es lo más parecido a un regalo: ahora le tiene cogido por donde les dije.
Iglesias es paradigma excelso de lo que realmente encubre la llamada coalición de progreso. El aún vicepresidente anda por la política española con la desfachatez de quien se sabe sostén de un Gobierno llamado a hacer historia, más que futuro. Por lo que dice y lo poco que hace, el país es para él como un calcetín; algo sumamente fácil de darle vuelta.
Pero un juez ha tenido la osadía, el atrevimiento, la sin razón, de entrometerse en ese trance y pedir al Tribunal Supremo que investigue las trapacerías que hizo con la memoria del móvil de una íntima asesora durante su paso por el parlamento europeo. ¡Qué horror terminar atropellado con un simple carrito del helado quien estaba destinado a conquistar los cielos! Si al menos hubiera sido un tranvía, como a Gaudí.
Pero enseguida recompone la figura, y acogido al privilegio tan fustigado del suplicatorio proclama seguro de lo que dice: “Ni como mera hipótesis concibo que vaya a haber una imputación. Todo el mundo sabe lo que va a decir el Tribunal Supremo.” ¿Han visto? ya sabe lo que va a decir el Supremo, incluso sin necesidad de renovar el CGPJ.
Que la Fiscalía alegue en su informe que no hay caso entra dentro de lo esperable estando a su frente la exministra Delgado. Total, discurrirán, denunciar en falso, simular delitos, revelar secretos y los daños informáticos, indicios criminales apuntados, no es como para quebrar la tarea histórica que tiene encomendada el líder sostén del Gobierno de la Nación.
En el colmo de su borrachera interior, el autoproclamado macho alfa se aspavienta: “Es inconcebible que acepten la petición del juez; en este país todavía no han condenado a nadie por sus ideas. Sería inconcebible que en una democracia de la UE ocurriera algo así«.
Pero apenas dicho lo transcrito pidió disculpas… porque hablaba a través de una radio catalana y los golpistas ¿por qué fueron condenados sus amigos? De lo que no puede caber duda es de que los indicios criminales que le apuntan nada tienen que ver con sus ideas; son puras derivadas de su rollo con una chica cuyo silencio ha comprado poniéndola un digital. Miente con asombrosa veracidad, como su caudillo.
En fin, esto anida en el Gobierno que nos ha caído encima en el peor momento de nuestra historia reciente. Un vicepresidente con el moño necesario para decir que “escuchar a un juez gritar ‘¡Viva el Rey!’ puede ser interpretado como un mensaje contra los republicanos”. Homérico.